jueves, 28 de febrero de 2008

R.I.P SAÚL

Despiertas en la penumbra. Las calles solitarias reflejan que no hay nadie quien no tema. Tal vez si todos supiéramos qué hay tras la muerte, el miedo desvanecería y se convertiría en humo, alzándose hacia el cielo y desapareciendo de nosotros. Pero tal vez es el miedo a la muerte lo que nos mantenga unidos, así pues dejo a la muerte en paz, esperando que me ataque cuando yo desee morir.
Y la gran pregunta de siempre ¿Dónde estarán las almas que han perdido a su cuerpo? ¿Vagarán perdidos entre las arboledas de los bosques? Yo creo que se van a otro lugar, no sé si mejor o peor, pero allí vuelven a nacer.
Pobre criatura desamparada. Algún día quedará en el olvido, pero de momento, hoy, los recuerdos que tenemos de él pasean por nuestras mentes sin creernos todavía lo que ha sucedido. Cuesta creer que no vas a ver a una persona nunca más en tu vida, por culpa de la muerte...
Yo no he visto su cuerpo inerte, ni toqué sus manos frías. Tampoco vi su cuerpo con el corazón sin latirle. Sí, lo único que nos queda de él son recuerdos... Recuerdos que vagan confundidos por el pasillo de esta celda, y no nos dejan seguir nuestro rumbo. Vagan por sendas, vagan por corredizos y llegan hasta el final chocándose contra la pared y rompiéndose. Ese sé que es su final. Allí cesarán los recuerdos y nosotros... alguna vez en esta vida, también seremos recuerdos estrellados en algún lugar del mundo...
Laura Martínez...

Sé que has dejado proyectos atrás y toda una vida por delante... Pero también has dejado almas destrozadas que velan por ti todos los días... Hoy simplemente me he acordado de ti y he dejado fluir por el papel lo que en ese instante he sentido...

miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Cómo fue...?

Todo comenzó con una pregunta: “tu primera vez…”. Yo quedé pensativa y sorprendida. ¿La primera vez que qué? Recuerdo muchas primeras veces: la primera vez que me monté en bici, la primera vez que rompí el jarrón favorito de mi madre, incluso la primera vez que hice un bizcocho.
Mi primera vez… ¿La primera vez que freí un huevo? ¿O quizás la primera vez que comencé a vestirme sola? Mi primer beso.. mi primera caída de la cama, la primera vez que comencé a escribir…

“No, no” me sigues diciendo”Tu otra primera vez.”

¿Mi otra primera vez? ¡Aaaaa! Ya entiendo, mi otra primera vez son las segundas veces que yo cuento como primeras: la primera ve que me dijeron “te quiero”, la primera vez que me lo volvieron a decir. La primera vez que suspendí un examen, la primera vez que no me cansé corriendo, e incluso las primeras veces donde repetí estas acciones.

“Que no…” suspiras “Me refiero a la primera vez que te marcó…”

Creo que no llevo ninguna marca, pero podríamos decir que fue en la escuela en los primeros años de preescolar, los rotuladores me ponían perdida…

“No” esta vez parecía molesto “Tu primera vez conmigo”

¿La primera vez que te vi? Ya sé, la primera vez que te sonreí, que te cogí de la mano, que suspiré contigo, que me senté junto a ti al lado del mar… ¿La primera vez que te llevé a mi casa? ¿La primera vez que llore contigo? La primera vez, quizás, que me recogiste en tu coche, ¿o quizás la primera vez que me sentí incómoda contigo?

“Laura! La primera vez que hicimos el amor…”

¿La primera vez que hicimos el amor con la primera caricia? ¿Con la primer mirada? ¿Con el primer beso en tus labios? ¿O quizás la primera vez que me desnudé ante ti, y tu ante mí? Nunca hemos hecho el amor; simplemente fue sexo… Tú nunca me has amado, y yo nunca te he querido… tan sólo es atracción. Siento no haber podido contestar a tu pregunta, pero todavía no tengo el placer de haber sentido el amor en nuestras noches promiscuas, en tus caricias sin tacto, en tus besos pasionales, o incluso en tu mirada de deseo…

Laura Martínez.

Foto: Cristina Ruíz (sabes que me encantan tus fotosss!)

lunes, 25 de febrero de 2008

¿De verdad vale la pena?

¿De verdad vale la pena? Me pregunto esperando que me contestes, pero no lo vas a hacer, porque no estás aquí para poderte preguntar.
Siento que tu sientes ¿Sientes que yo siento? Fuego dudoso entre los dos y que tal vez no exista y sólo la imagine.
Y es que mi imaginación es ilimitada, incluso precipitada... Tú, quien me dejas múltiples dudas en la cabeza... Te quiero y me olvidas... te olvido y me quieres. ¿Esto es juego de “ahora tú, ahora yo”?
Yo tengo claro una cosa y es que siento demasiado, pero... ¿Qué sientes tú? A veces una mirada lo dice todo, pero, cada mirada significa una cosa para cada persona. Para mi la tuya es indescifrable..., misteriosa y novedosa, en ella puedo perderme hasta encontrar lugares nuevos... en ella veo cosas que jamás pude ver a otro alguien.
Pero... si ni siquiera te conozco en realidad, y a pesar de ello tú llegas y me incitas a quererte...
Pensé que todo esto acabó hace tiempo, pero me equivoqué. Volviste, y eso es lo que importa. Tal vez me vuelva a equivocar esta vez al pensar que todavía queda el fin, pero en la vida hay cosas que se dejan a medias y nunca se terminan.
Escribo sobre mis dudas, sobre ti, sobre mí, sobre lo que siento cada vez que el trémulo fulgor de la mañana me hace ciega, y en el instante. Escribo sobre lo que pienso en ese momento, y es que entonces vuelvo a escribir sobre ti...

Laura Martínez

sábado, 23 de febrero de 2008

DESBORDANDO SANGRE


Todavía algunas veces huelo a sangre. La tengo alrededor; mi bañera se desborda de ese líquido espeso rojo, las paredes están húmedas de ello, el cristal está salpicado de sus gotas y mis manos siguen ensangrentadas. Todavía algunas veces sigo llorando, algunas veces se apodera en mí el sentimiento humano del dolor, se mete dentro de mi cuerpo el espíritu del hombre y su inocencia y conciencia. A veces sigo incluso pensando en ella, en cómo, súbitamente gritó mi nombre pidiendo clemencia, y en como yo no se la otorgué.

A veces me pongo música alegre para poder olvidar. Pero sigo oliendo a sangre… Lloro sangre, sudo sangre, y veo lentamente caerse las gotas rojas de mi frente hasta llegar a ensuciar el papel donde ahora mismo estoy escribiendo. Huelo su perfume rociado de su sangre, su aroma acompañado del sufrimiento…
Porque miro el pasado, y recuerdo cómo el cuchillo que manejaba se clavó en sus entrañas, y seguidamente su cuerpo desgarrado yacía en la bañera; y recuerdo también cómo me lavaba las manos llenas de su sangre, a la vez que salpicaba el espejo de mi baño. Y como me miraba en aquel espejo con cara de psicópata y loco, de enfermo mental; mi sonrisa maliciosa, mi mirada malévola, pero tras eso, vi cómo el cúmulo de mi tristeza estallaba en diminutas gotas que caían de mi lagrimal. Y cómo tras eso, todavía lleno de rabia, estampé el espejo en el suelo y se quebró en millones de pedacitos, y eso hizo que en cada pedacito viera su cuerpo inerte y ensangrentado. Millones de cuerpos muertos… y a la vez uno sólo. Millones de bañeras desbordando sangre inocente, millones de cuchillos tirados en el suelo. Veía multiplicada por millones la misma imagen en aquellos trozos pequeños de cristal. Angustiado y sin poder soportar la presión, cogí uno de los cuchillos que veía (el real, por supuesto) y sin pensármelo dos veces, me lo clavé en el estómago. Minutos más tarde, morí; supongo que desangrado.
Pero a pesar de que el tiempo pasó (y aún muerto), sigue mi tortura, y mi tortura diaria no es más que el recuerdo de mi locura que le llevó a la muerte.

Laura Martínez.

jueves, 21 de febrero de 2008

Extraño...



Extraño tu mirada,
aquella que, sin más razón,
me entregaba una sonrisa
y sentía ser amada.

Extraño esa sensación.
Enardecimiento y alegría;
aquella que hacía vibrar
mi más desdichado corazón.

Extraño la mentira,
que piadosa me entregaba
sus más remotos
momentos de alegría.

La verdad es irremediable,
un puñal en mis entrañas,
que las desguaza, las tritura
y me las abre.

Extraño que me extrañes,
que me mires,
que me hables,
que me ames...

Extraño tus suspiros
que me desvelaban
tus temores
acompañados de los míos.

Extraño momentos inalcanzables,
irrepetibles, irremediables.
Momentos que jamás existieron
y que, ahora, son parte de lo inalcanzable.

Laura Martínez.

miércoles, 20 de febrero de 2008

SCARY ZOMBIES!


Segunda parte:

Cuando Belén corrió tras Laura, ésta se tropezó con una pidra, y la pobre pija murió del golpe... Oh pobre Laura...! ya estaba muerta y se le había caído el pelo rubio que decía ella que era natural, cuando Ezequiel y Andrea miraron a su alrededor y la vieron levantarse de nuevo:
-Esta viva!-decían los amigos.
Se levantó, pero como Belén intentó atacarles.

Los dos amigos que quedaban vivos, y no infectados por aquella extraña fuerza de zombie, se escondieron.
-Aqui no nos encontrarán-

Pero laura siempre lo encontraba todo!
Furiosa porque su pelo se había caído y todos habían descubierto que era morena, los persiguió. Y con una piedra mató a Andrea.

Ya eran tres las zombies que iban a por Ezequiel...

sobrevivirá??

Todo si véis este video!!!!


SCARY ZOMBIES!!!!!!!!!!!!!


Laura Martínez.

martes, 19 de febrero de 2008

Feliz y tonta!

Porque hoy me siento feliz. Es mas, nada más levantarme, sentí como una fuerte energía que me elevaba hacia la felicidad, no máxima, pero por lo menos mínima.
Quizás porque hoy sabía que el tiempo no me iba a acompañar, y necesitaba un aire de optimismo a lo largo del camino.


Y es que soy como una niña tonta. Tonta y feliz.

Hoy el cielo está cubierto por un manto grisáceo, y hace frío. El mundo no ha cambiado en absoluto. Quien fue falso ayer lo será hoy también; quien pasó hambre ayer, también lo pasará hoy. Nada nuevo, el mundo sigue su curso. Veinticuatro horas tiene el día, catorce las paso despierta, diez las paso durmiendo, como siempre. Una dulce rutina que me ha abierto a mirar el mundo a través de otros ojos. El corrupto sigue siendo corrupto, el afán de poder se apodera, y nunca mejor dicho, más y más en nuestro planeta, los valores humanos se van perdiendo, cada vez el amor es más difuso. El arte es igual en todos los sitios. Una sociedad que no cambia; es más en algunos países no existe tal cosa. No hay ciudadanos, sólo súbditos. El problema marginal de la persona sigue su curso, la música ñoña y de amor sigue siendo la misma, enciendes la radio y no encuentras nada diferente a estas palabras: “Te quiero amor mío, me muero sin tiiii” Y la gente se muere. Ángeles caen del cielo, porque éste está cada vez más contaminado; las tecnologías agobian al anciano, y el anciano agobia al nieto, que cada vez crece más y más egoísta, y malcriado. La vida pública de los famosos sigue siendo el centro de atención, los chismes que se cuentan siguen siendo todos unas farsas. Siguen existiendo los feos refranes, que por cierto los odio; las feas modas que a todos gustan, el capitalismo, las personas que se creen diferentes por ser diferentes y al final siguen siendo tan iguales que yo. Sigo existiendo yo y mi mal forma de pensar para algunos… Nada ha cambiado, el mundo sigue siendo el mismo, soy yo quien, hoy, se ha levantado mirando el mundo imperfecto, perfecto. ¿Perfecto para quién? Perfecto para mí; no necesito un día soleado para ser feliz. ¿Qué sería yo sin poder criticar a aquellos que se creen diferentes? ¿Qué sería de la vida sin las tecnologías que molestan a los pobres ancianos? ¿Qué sería de la vida si todo fuera mejor? Muchos quizás pensaréis que estoy loca…

Pero puedo gritarlo: ¡Soy una fanática compulsiva que ama y critica la sociedad de hoy en día! Porque sé que sin ella no soy nada, y con ella me vuelvo más invisible.. pero ¿y qué? A caso vais a reprocharme de querer vivir en este mundo ingrato… Sé que incluso a veces yo lo he hecho.. pero sólo me doy permiso a mí misma…

Pues bien! Me pongo la canción de MorcheebaRome wasn´t built in a day” y voy camino abajo pensando en este mundo ingrato, mientras que mis pasos van a l son de la música y se dibuja en la coronilla de mi cabeza un arco iris de lo más cursi.

Puede que no lo entendáis, (ni si quiera yo misma me entiendo) pero soy feliz.
Laura Martínez García.

domingo, 17 de febrero de 2008

COMO UNA ARAÑA

Aturdimiento: perturbación de los sentidos a causa de un golpe o un sonido extraordinario.
Ninguno de aquellos casos era el mío. Tal vez pudo ser la soledad que me envolvió tras estar acostumbrada a la compañía.
Yo soy una de esas personas que jamás se inclinan hacia nadie, jamás lo he hecho, y no lo haré ahora. Pero... tengo que reconocer, que cuando se marchó me dejó un gran vacío. Tal vez mi vida sí que dependa de alguien en concreto y todos estemos equivocados acerca de mi personalidad.
Me acuerdo que una vez alguien me dijo que era perfecta. Oh, sí, perfecta: que tiene el mayor grado posible de calidad o bondad en su línea.
Eso era impensable, ni si quiera en aquel momento me lo creí. Él, al ver mi cara de aturdimiento, intentó explicarme.
_ Sí, muchacha, sí, eres perfecta, en todo...
Yo negaba con la cabeza.
_ ¿Cómo puedes pensar algo semejante?_ le preguntaba_ Mírame bien y haz otra descripción mía, más real que la de antes.
_ Si piensas que deliro, adelante, piénsalo. Yo sé bien como eres, y eres perfecta.
_ ¿Qué sabrás tú de cómo soy?_ dije esta vez enfadada._ Deja de decir barbaridades, si fuera perfecta, ¿No tendría hombres detrás mía?
Él comenzó a reír...
_ Eres perfecta y eso es lo malo y lo bueno que tienes.
Yo arqueé una ceja, dando a entender que no lo había comprendido.
_ Te explico. Si fueras como todo el mundo... posiblemente tendrías bastantes admiradores, porque eres bastante linda, pero, al ser perfecta...
_ Al ser perfecta sigo siendo bella ¿no? _ le corté.
_ Sí, pero entonces lo cambiaría todo. Tú nos atrapas como las arañas a las moscas_ refiriéndose a hombres_ Pero... las moscas temen a la araña.
Seguía sin entender.
_ Sí, _ prosiguió él._ Te vemos, nos acercamos, nos atrapas, y... en el momento en el que te conocemos tememos a ser tan pequeños como moscas, a ser inferiores a ti, a no poder decir que hacemos alguna cosa mejor que tú. Nadie quiere sentirse menos que nadie, y eso es lo que los hombres sienten al acercarse a ti, inferioridad. Todos te admiramos, pero eres algo inalcanzable... pues a tu lado somos todos insignificantes.
Mis ojos se habían empañado con diminutas lágrimas acumuladas en su parte inferior. Suspiré tan profundo, que cuando quise gritarle que aquello que dijo era mentira, no tuve fuerzas y mi voz salió como un susurro:
_ Mentira, mientes, no dices la verdad.
El chico sonreía tristemente y me acarició el pelo, según él, mi perfecto cabello rizado.
_ No soy perfecta_ volví a decir.
_ Tienes razón, pero siempre eres mejor...
Con un suspiro ahogado, rompí a llorar. No pretendo que nadie crea que soy perfecta, ni mucho menos, está claro que cualquier ser podría ser algo más que yo. Pero mi cabeza en aquel momento daba vueltas.
Él sonreía, como siempre, tal vez temiese a que yo, la araña, le atrapase entre mis hilos finos y no pudiera escapar. Ahora entiendo quizás por qué se marchó: me temía. Nunca pude comprender cómo de cerca tuve al ser al que amaba y cómo de lejos a la vez.
Aquello que me dijo aquel día, lo traduje en estas palabras: “te quiero, pero te temo, por lo tanto me voy” Y se fue.
Y aquí estoy, sentada enfrente de la húmeda ventana, cosiendo telas de araña para aquel ser ingenuo que caiga en ellas, pero las moscas no son tontas, y cada vez que me ven, pasan de largo corriendo.
Veo cómo cae la nieve hacia el suelo y se acumula formando una pequeña capa espesa. Los niños están fuera, juegan y se ríen, los escucho tras mi ventana. Imagino que, algún día la araña encuentre a otra araña para que esta no sea presa, si no que pueda juguetear entre los hilos que yo cosí.
Porque, a pesar de todo, puede que sí me haya creído lo que aquel loco me dijo. De él no supe nunca nada más, pero le espero, teniendo esperanzas que en él se produzca una metamorfosis de mosca a araña, y pueda ser él mi araña ideal.
Mientras tanto, le echaré de menos. ¿Me echará de menos él a mí? Sinceramente, no lo sé, pero, y aunque él no lo sepa, siempre tendrá guardado un sitio en mi pequeño y humilde, (según él, grande y perfecto), corazón.


Laura Martínez.

jueves, 14 de febrero de 2008

Y TE VAS...

Las palabras se escapan de tu boca marchita.
Marchita como las rosas que faltan por regar.
Y hablas y me chillas, y yo aspiro a gritar,
mientras tú me miras, te levantas y caminas.

Miro tus ojos sinceros y hermosos,
Y me estremezco al pensar que me abandonas.
La discusión ha terminado, y dices que me perdonas
Y te levantas de tu sitio con esos pasos airosos.

Y la soledad me mira mientras yo te miro a ti…
Y la soledad me mira mientras tú te vas de aquí…

Me ahoga, me estrangula,
Me mira de reojo
Frívola, seria maliciosa…
Tiemblo y te miro con enojo
Y ella me dedica su asfixia silenciosa.

“Soledad que me ahogas, no ganarás”
Mas se vuelve a reír, mas me vuelve a mirar.
Se acerca lentamente, yo camino hacia atrás,
Y sintiendo con amargura su mano fuertemente,
Manipulando mi cordura, en este mundo de pesar…
Laura Martínez.

martes, 12 de febrero de 2008

¿QUIZÁS SEAN LOS TUYOS?


La calidez de su aliento me impedía respirar. Cada vez estaba más cerca aquella sensación de embriaguez que emanaba su mirada, que me cautivaba con tan sólo mirarme. Aquellos ojos que carecían de expresión me asustaban, y yo quedaba paralizada sin poder moverme, como si hubiera puesto sobre mí un hechizo de parálisis total.
Quizás, inconscientemente, me gustaban aquellos ojos, y creo que yo les gustaba a ellos también, porque recuerdo que me miraban fijamente sin parpadear si quiera, como esperando a una pequeña reacción mía. Lo que él no sabía, era que sus ojos eran la razón de mi inmovilidad.
Atracción era la palabra… como un deseo perturbado en las mentes, que nos invadía a ambos; más la sensación de sus ojos sobre mí, como una oleada que te atrapa en medio del mar, fue lo mejor de la noche. Sentir su respiración intensa sobre la mía y mi corazón palpitando nervioso de emoción.
De repente, desperté. Apenada busqué aquellos ojos por la habitación medio oscura, más nada encontré. Pero era una sensación extraña lo que tuve al poder sentir su esencia sobre mis sábanas. Sin duda, había sido más real de lo que yo había imaginado. Y ahora ando en busca de aquellos dos ojos.

Deja que te vea bien… ¿Quizás sean los tuyos?


Laura Martínez.

lunes, 11 de febrero de 2008

...


Intenté escribir poesía esta noche. No lo hice tan mal como otros días, pero no fue lo que yo esperaba que me saliese.

Por eso decidí hacerlo en prosa, quizás me salga mejor.

Empezaré contando que acabo de abrir la ventana. Tal vez eso a vosotros no os diga mucho, pero tenéis que oír la historia entera:

Todo comenzó hace bastante tiempo, y no vale la pena hablar del pasado, así es que no lo contaré, sólo hablaré de ayer y de cómo él me inspiró confianza. Él medio seguridad, ayer me sentí bien y se lo dije. Tal vez no fue de la forma más adecuada y como una lo sueña, pero sus ojos me transmietieron confianza.

_Te quiero_ le dije.

Esas palabras bastaron para hacerme sentir libre de esa atadura que tenía hace timpo.

Es una historia bastante rara y sin final. él se iba a vivir fuera y lejos y no nos podríamos ver; tal vez fue ese el gran inconveniente.
Me contestó algo que yo no esperaba:
-Pero no podemos juntarons porque no estamos juntos._ me dijo con voz melosa.

Pero aquello¿Qué significaba entonces? ¿Qué él también me quería?
_Me voy a otro lugar, lejos de aquí.

Me sentí bien entonces. Pensé en que no me rechazó al menos.
Entonces, él se marchó y todo quedó en un "yo me voy muy lejos"

Abrí la ventana hace unos segundos, y le siento ligeramente cerca de mí.
Aquel olor a mojado y a hierba recién cortada; siento la lluvia caer sobre el asfalto, moja las calles... y el aire fresco entras por la ventana abierta.
Pero... ¿Sabéis? Lo gracioso es que el termómetro marca 30º, el viento es seco y cálido y no llueve. Nada est´mojado y no hay hierba alrededor.

Sé que esta sensación de unos segundos trata de él. Se quedó impregnado en mis recuerdos aquella sensación del norte, se quedó impreganado su perfume.

Tal vez no vuelva a verle, pero siempre quedará la sensación de lluevia, el olor de la hierba, pisar asfalto seco y verlo mojado... es el mayor recuerdo que tengo de él; el resto se reduce a un "yo me voy muy lejos..." "Pues márchate ya", y lo hizo. Cierro la ventana. El recuerdo desvanece, él ya no está. Vuelvo a l realidad de todos los días...

Laura Martínez.

domingo, 10 de febrero de 2008

SCARY ZOMBIES!


PARTE PRIMERA:

Un día de verano, no un día cualquiera, claro está, Laura se despertó ilusionada, pues aquel día iba a ser uno de los mejores hasta ahora.

Llamó a sus amigos Andrea y Ezequiel para preparar la fiesta sorpresa de su otra amiga Belén. Cumplía 16 años, y tenían que celebrarlo a lo grande.

Ezequiel tuvo la maravillosa idea de celebrarlo en el campo de su abuelo, así los naranjos darían un poco de sombra, y Belén no sospecharía nada. Claro que a Andrea no l egustaba mucho esa idea.

Antes de que ésta llegase, se disfrazaron cada uno de una cosa: Laura se disfrazó de Marylin Monroe, Andrea de cupidito, y Ezequiel de payaso. Prepararon también los confetis, y todo el picnic que debían hacer, ahora sólo faltaba la cumpleañera, Belén.

Todos se escondieron a su hora, y cuando la muchacha llegó, recibió una sorpresa muy grande. Sus amigos salieron de entre los arbutos, y le dieron su regalo de cumpleaños: una camiseta de Harry Potter, ya que ella era muy fan de aquellos libros y de las películas.

Pero no todó fue sobre ruedas, como hubieran deseado. Andrea escuchó derepente un sonido que venía de entre los árboles. Belén fue a mirar qué sucedía, y derepente, con un grito, desapareció. Los amigos, asustados, se preguntaban qué había sucedido, y Laura estaba pendiente de sus gafas que no podí cogerlas; pero como un milagro, Belén volvió a aparecer, pero muy rara. Estaba seria y fría, y vestía con un camisón de una abuela. Cuando Laura fue a decirle lo hortera que estaba... Belén intentó matarla...



¿Qué sucedió con Laura, realmente la mató? ¿Qué le sucedió a Belén entre aquellos arbustos? ¿Por qué salió vestida de aquell manera y con aquella actitud?...





Laura Martínez.



Esta es la primera parte de la gran película Scary Zombie, un film creado por LOS FRIKIS y que espero que os guste.



El próximo domingo dejaré la segunda parte.

sábado, 9 de febrero de 2008

INFINITA TRISTEZA


De nuevo desperté de aquel sueño implacable.
Sé que para algunos los sueños son sueños, y nada más, pero yo sabía que aquel no era tan sólo eso.
Pueden variar. Pueden ser miedos, visiones, o simplemente, historias que se harán realidad. ¿Quién sabe si los sueños son de la otra vida que estás viviendo inconscientemente en otro mundo? Sé que a veces son tan reales, que cuando despiertas, estás perdida. En mi caso aquel ensueño, o mejor dicho, pesadilla, fue el miedo que me atormenta a seguir estando solo.
Recuerdo que un día llegué a ser feliz, pero aquel recuerdo es borroso en mi mente, difuso. Sólo tengo en vivo el recuerdo del frustrante pasado, no del bueno.Es gracioso, a veces el pasado te puede envolver en el presente haciendo que no puedas vivir el presente, y sin presente, no habrá futuro.
Sólo soy consciente de que sigo vivo porque mi misión aquí no ha concluido, sino, estaría muerto de hace tiempo, la soledad y la tristeza lo hubieran hecho.
Recuerdo que una vez alguien me dijo: "Siempre estaré a tu lado..."Pero me mintió, no cumplió con su palabra. Me abandonó en el olvido,y yo quedé perdido en aquel inmenso mar del desierto.
Siento que mi corazón palpita, pero son tan poco intensos sus latidos, que apenas lo noto... Aquel cuerpo, tendido en el suelo, inerte y dormido, ya no poseía alma, y dondequiera que fuese, se llevó la mía también. Por eso ya no sé quien soy, dónde ire, y qué debo hacer mientras espero sentado, tendido en el sofá, pensando en ella.
Mi vida no tiene mucho sentido. Dicen que en mis ojos se puede ver una inafinita tristeza. Puede ser, no lo niego; dicen que son dos pozos negros sin fondo... quizás ella me los arrancó también llevándoselos consigo. "Siempre estaré a tu lado..."esas palabras son mi único recuerdo, y me envuelve todo el cuerpo, como una capa que no me deja respirar. Me pregunto muchas veces por qué ella no está a mi lado, por qué me mintió; por qué se marchó para luego volver a renacer en otro cuerpo... Pero, ¿y si no encuentra ninguno? Quedará su alma perdida en este mundo ingrato. Quizás estén la mía y la suya juntas; un alma muerta y viva perdidas a lo largo del corredor sin escapatoria.
A veces sé que ella está a mi lado, la puedo sentir, pero no logro entender el código de sus palabras. Sé que los muertos son muertos, pero ella para mí es la vida, mi alma, mi razón...
El universo es infinito, al igual que mi tristeza. En el vacío no hay nada, al igual que en mi cuerpo. He perdido la mitad de mi alma, y la otra mitad que la tenía guardada por si un día ella regresase, tampoco la encuentro...



Laura Martínez.

miércoles, 6 de febrero de 2008

EL LOBO






Mis pisadas seguían haciendo eco en la penumbrosa calle. La oscuridad invadía la ciudad y el viento silbaba con tanta intensidad que daba miedo; incluso el leve susurro de éste al doblar la esquina era espeluznante. Yo no sentía miedo alguno. Algo había oído hablar a los aldeanos. “Niña, el lobo es esa criatura bestial que aguarda al anochecer para atacar a sus presas, y esas son las hermosas jóvenes” Yo era una niña cuando me lo contaron, pero ahora era una joven, y tocaba mi turno.

La noche no era fría, ni siquiera húmeda. Sólo el viento gritaba y corría por todas las calles. Me dirigía del puerto hasta casa, que estaba más adentrada en el pueblo. El viento me acompañaba allá adonde fuese. Cada esquina que yo giraba, el viento lo hacía también con un silbido. Movía las campanas que colgaban de la puerta del pescadero, movía carteles y se llevaba arena a mis ojos, incluso diminutas gotas de agua del mar me salpicaban.

Yo miraba de vez en cuando por el rabillo del ojo para asegurarme que tras mis espaldas no había nada, y eso era lo que encontraba: nada; una negra espesura que se iba oscureciendo mientras se adentraba al fondo y que se aclaraba a medida que yo miraba hacia el frente. No sólo oía el viento, las ramas que éste removía sonaban quebrando sus hojas secas; las puertas rotas se abrían y se cerraban con un estrepitoso golpe. Además de aquello, el eco de mis pasos rebotaba en todas las calles.
A medida que me acercaba a casa, (una casita pequeña en el pueblo, y al final de la calle que me encontraba;) oía rugir al viento, como advirtiéndome de que no diera ni un paso más, si no, me comería; pero yo, decidida, di un paso al frente. El viento de repente se enfureció tanto que no sé cómo nadie pudo haber despertado, tal vez ya se los hubiera tragado a todos antes.

El ruido era estrepitoso, pero lejano. Provenía del final de la calle, de enfrente de mi casa. Como expliqué, a medida que me acercaba, más temía, y en un momento me quedé sin aliento. Fue muy rápido, tan rápido y fugaz como un leve sonido del crujir de la madera. Dos ojos verdes pude divisar allá al fondo; estaban observándome y esperando a cogerme. De repente, los dos ojos verdes se movieron, y unos dientes blancos aparecieron, afilados como cuchillos, y hambrientos como un pobre. Dejó ver entonces su pelo gris de rata, rizada y sucia, maloliente y con heridas; sus patas y zarpas aparecieron seguidamente, aguardando carne fresca para atrapar. Su cola se pudo ver después y ya formó toda la silueta.

Sí, era el lobo, ese del que tanto oí hablar, al que le gustaba jóvenes frescas y al punto. Su cara perversa me miraba hambriento, se relamió la lengua entorno a su boca, y sus patas se movieron hacia mí. Estaba claro una cosa: era peligroso. Cualquiera que lo hubiera visto hubiera echado a correr en vez de quedarse paralizado como yo lo hice. Pensaréis que no me movía por el miedo; bueno tal vez al principio sí era esa la razón, pero, observando aquellos ojos verdes pude ver una cosa que ningún otro pudo contemplar antes: tristeza.

Ese lobo ansiaba algo que quería con todas sus ganas y en aquel momento parecía que era la carne de una joven asustada; pero no. Algo dentro del lobo había quedado atrapado de por vida, y aquel cuerpo cuadrúpedo impedía su liberación.
Me quedé mirándolo compasivamente, y eso no le gustó, porque, de repente, vino corriendo hacia mí para atacarme. Enojado se abalanzó encima de mi cuerpo. Yo no intenté apartarme, ni si quiera entonces tenía miedo. Fue el lobo quien se asustó al verme neutral ante sus ataques. Clavó entonces sus dientes en mi muslo; me hizo sangrar en la cara; me arañó en el vientre, destrozándome la ropa; pero ya nada temía entonces. El lobo paró tras atacarme, y me miró con ojos melosos, extrañado de mis actos. Supe que esos ojos no eran del lobo, era de aquella cosa atrapada dentro de él. Entonces yo ya no tenía nada que perder y lo intenté: le abracé fuertemente. Abracé a la bestia, a pesar de su sucio pelaje, y su mal olor. Él intentó apartarse , con las zarpas me arañó de nuevo, pero seguidamente ya no eran zarpas; las garras se convirtieron en uñas, las patas en manos. Su pelaje fue desvaneciendo hasta quedar una piel sensible y sin vello. El hocico se convirtió en boca, y poco a poco, aquella bestia se convirtió en el ser más temido en el mundo animal: el hombre.



El mal olor seguía impregnado en su cuerpo, y poseía aún aquellos ojos verdes brillantes, pero ya había cesado todo.
Conseguí cambiar a aquel lobo en un humano con un simple abrazo, no es que mis manos tuvieran poderes, sino que su cuerpo estaba maldito. El hombre era aquella cosa atrapada en el cuerpo de la bestia.

Dicen que la raza humana es fuerte, pues aquel humano era tan débil y frágil como el cristal.

Yo recobré de nuevo el aliento, pero no podía apartar la vista del hombre. Éste estaba medio desnudo y lleno de heridas, supongo que de intentar salir de su prisión. Él era consciente de todo lo que hizo mientras era lobo, y al ver mis heridas, confuso y apenado, salió corriendo camino abajo. El viento dejó de perseguirme entonces, y le siguió a él. Tal vez había una fiera, peor de la que yo me encontré, aguardando enfrente de su casa.

Laura Martínez García.

martes, 5 de febrero de 2008

SIN RECUERDOS...



No te extraño en absoluto ¿Acaso crees que pienso en ti, en nuestros momentos pasados? ¿Crees acaso que eres tan importante para mí como para recordar otra vez aquellas horas... aquella noche...? Serías un tremendo estúpido si pensaras eso, porque no voy a recordar los cálidos y placenteros minutos que ambos pasamos; aquellos segundos de pasión donde nuestros perfectos cuerpos, o así los creíamos, se posaban uno encima del otro, mientras nuestro pensar se exaltaba y enardecían nuestras bestias internas jamás descubiertas hasta entonces.

Me niego a recordar, paso tras paso, lo que tus manos fueron atando en mi cuerpo, mientras éste te entregaba las cuerdas necesarias para que no tuvieras problema alguno; ni recordaré tus cálidos susurros justo detrás de mi oído y que hacían que la pelusilla de mi nuca se erizara de emoción; aquellos susurros que emanaban poesía y verso, que creaban metáforas a partir de nuestra penosa e inexistente historia. Historia que pasó a formar parte de la historia.

Tampoco pensaré en tus caricias llenas de ternura, que hablaban a través del tacto y, que, si callábamos un poco, podíamos escuchar el leve sonido de su código; ni de tus miradas acechándome y despojándome de cualquier prenda que llevara puesta, pues los ataques incisivos de tus ojos me desnudaban; o cómo, sin preámbulo alguno, esas miradas pícaras de ambos atestaban sinfonías ardientes y completas de sinceridad pasional.

No, no voy a seguir recordando tu aroma de chico, (ya que ni siquiera eras hombre todavía), aroma que captaba mi olfato a un año luz de distancia , y que sigue perdurando aún con tu ausencia; porque se quedó, o eso creo, impregnado en mis ropas y en mi piel y ya no puedo deshacerme de ello.

Tenlo muy claro, olvidé las palabras que tu boca vomitaba casi automáticamente al verme pareciendo ser ese tu lenguaje habitual... aquellas palabras que decían: “Preciosa criatura... como una araña y yo su mosca atrapada en sus hilos...” y a pesar de ser horrendo, hasta me parecía lógico y bonito; perfecto para la ocasión.

Ya no recuerdo que me hiciste sentir libre de cualquier contrato firmado, libre de cualquier moralidad, de cualquier respeto que pudiera tener hacia algo, libre de cualquier educación y modales, libre para conocer mi lado rebelde, mi lado pasional, mi espíritu hippie y abundante de emociones, como un caballo salvaje recorriendo los campos hasta el fin del mundo; libre de cualquier complejo que mi “yo” anterior pudiera poseer.

No, ¿Acaso crees que recuerdo cómo ambos disfrutamos de los misterios de la noche, de sus placeres escondidos tras los árboles del bosque y que ambos descubrimos juntos?
No te extraño en absoluto, ya no puedo recordar si quiera....
Aquí tienes la prueba, ¿O es que acaso también dudas de mi palabra? No recuerdo ni siquiera que todavía puedo recordar... pero eso es un secreto sólo para ti, por si acaso algún día tú no recuerdas algo, yo recordaré que recordaba, y te contaré detalles de nuestras ganas y expectativas de si la noche estrellada guardaba algún pequeño y travieso placer... te recordaré que tú y yo pudimos llegar a ser uno...



Laura Martínez.



I HATE IT

El miedo que sientes por el cuerpo;
las ansias de volar,
y de salir de aquí corriendo.
Precisión de ignorancia
y a la vez conocimiento.
Pensar que tras el frío,
lo que te persigue es el viento.
Hielo: tu cerebro paralizado,
que no funciona, que se ha atascado,
y quien escarba en tus recuerdos
es aquel al que has odiado.


Pero no es el odio
lo opuesto de lo amado,
sino la ignorancia, el no estar interesado.
Dime que me odias
y brillará en mí una brisa de esperanza;
un cálido suspiro de quietud,
dejándome tranquila a pesar de la tardanza.
Porque sólo se recogen los fruetos
después de la labranza.


Sólo dime, por un segundo,
que contarás conmigo
las estrellas de éste mundo,
dejando atrás el odio,
dejando atrás el amor.
Despreocúpate del dolor
que causamos ambos juntos...



Laura Martínez.

lunes, 4 de febrero de 2008

FEEL THE DIFFERENCE






No sientes más del frío otoño, que pronto llegará el invierno.




Pero lo mejor del invierno, es que sentirás llegar el verano...




Laura Martínez.




Foto: Washington. Noviembre 2007. Por Laura Martínez.

NOT REAL


Llueve. El ambiente es mojado, frío y húmedo. Las gotas caen fuertemente, y las oigo cada vez más estrepitosas. Las calles inundadas de charcos grisáceos dejan tus pies empapados y los rizos de tu pelo se mojan

Con la ropa ya mojada, buscas refugio para resguardarte de la mirada fuiriosa del cielo. Te asusta pensar que no parará de llover, y que tal vez cuando lo haga, sea demasido tarde para correr hasta tu casa y cambiarte de ropa.

Entonces, por un golpe de suerte, encuentras boli y papel, que ha surgido de la nada, como por arte de magia; y comienzas a escribir.

Y esta es tu historia:

"El sol brilla cegazmente. Tus ojos parpadean al son del ruido seco y tus manos se posan tras tu nuca para comodarte mejor mientras estás tumbada en la fina hierba ..."

Pero, paras por un momento, y miras a tu alrededor y ves que la lluvia todavía no ha cesado...
No puedes escribir acerca del maravilloso día que que hace, porque la realidad es que el Sol está escondido tras las nubes, y que éstas están escondidas también. No, ni siquiera eso. La realidad es que el Sol no existe en estos momentos, que no dejará de llover y que ni siquiera tus fantasías radiantes de buenos tiempos te van a sacar de la humedad impregnada en tu ropa.

Pero señores, la realidad verdadera, la que es cierta de verdad, es que no existe realidad alguna en tu mundo...


Laura Martínez García.
Foto: Almoradí 2007. Octubre. Por Cristina Ruíz.