jueves, 31 de julio de 2008

La Orden Secreta (última parte del capítulo)

-Ya veo que tu conducta sigue siendo adusta, amigo. Sólo quería ayudar.
Obtuvo por respuesta el silencio.
-Nims ha ido a meditar. Cree que podrá tener alguna de sus visiones.
_ Nims, Nims, Nims, ¿Cuándo se dará cuenta de que esos dioses suyos no nos serán de ayuda? ¿No te das cuenta?_ Norf empezó a gritar_ Estamos perdiendo el tiempo, ya no hay fe que valga Así es que ve a decirle que se deje de tonterías.
Ruhan estaba desconcertado. Se quedó mirando a Norf, a ese Norf que no era el que había conocido hacía 5 años atrás.
_ Muchacho ¿No me has oído?
Ruhan seguía sin decir nada y se le quedó mirando seriamente.
_ Norf, cállate por un momento, y mírate._ Ruhan era bastante directo_ me estás dando órdenes como si tú fueras mi amo... y eres mi amigo... No pienso decirle a Nims que pare de meditar, ella quiere, y yo he depositado mi fe en ella... creo que tú también deberías hacer lo mismo.
Norf apartó la mirada del chico, y se puso más nervioso que antes. Se frotaba las manos y respiraba profundamente.
_ ¡Vete!_ el mago se alteró del todo_ Vamos, ¡vete!
Ruhan le miró defraudado, pero sin decir palabra alguna, salió del refugio. “Espero que se de cuenta de lo que está haciendo”

Mientras tanto, allá sumida en sus propios sueños, Nims no lograba ver nada. Notaba el paso de las horas y de vez en cuando, incluso notaba la música de sus tripas. Pero no debía parar ahora, debía concentrarse más que nunca, y, sin rendirse, luchó por no abrir los ojos.
Sin saber porqué, tan sólo conseguía divisar el mar y el horizonte en su fondo. El oleaje era bravo y fuerte, y la espuma blanca no era más que el contraste con el oscuro azul. Esa imagen estaba paralizada en su mente, ni siquiera las olas se movían. Pero, de repente, divisó allá a lo lejos una pequeña barca, era como si otra foto se hubiera apoderado de su mente; seguido de un destello de luz, que le llevó a ver otra cosa. Seguía siendo en el mar, pero esta vez era la orilla de la playa. Dos muchachos jugueteaban sobre la arena, cuando repentinamente una tormenta los pilló en medio del juego. Eran una muchacha y un chico de las mismas edades. La chica hablaba, pero Nims no era capaz de oír, hasta que su voz sonó ligera. “Vayamos al pueblo, el mar enardecido es algo peligroso en estas calas” El muchacho asintió y ambos salieron corriendo por un pequeño sendero hasta adentrarse al pueblo. Llovía a cántaros, y el mercado se estaba recogiendo. Los dos se cubrieron de la lluvia bajo el techo de un porche. “Prométeme que me sacarás de aquí” le dijo la muchacha al chico. “Cuando llegue el momento, nos iremos lejos de este lugar”


Ruhan estaba sentado, en el mismo sitio que el de las tres noches pasadas, contemplando otra vez la oscuridad, que le daba al bosque un toque misterioso. Nims hacía tres noches y dos días que meditaba. No había comido nada, y el muchacho comenzaba a preocuparse. No había perdido en absoluto la esperanza, pero la posibilidad de encontrar a los dos chicos era completamente falible. Si el destino era guarecer en sus brazos a la muerte, estaría dispuesto a ello, pero no sin antes haberlo intentado.
De repente, oyó unos pasos acercándose, e instintivamente, desenvainó su espada y se puso en posición defensiva.
-Tranquilo- dijo una voz a sus espaldas- Soy yo.
El joven muchacho se dio la vuelta para contemplar quién era.
-Me habías asustado- dijo al ver a Norf.
-Sabes que en estos terrenos no debes hacerlo, están protegidas por…
-Por la magia invisible y los innumerables soldados que protegen las murallas del castillo y los otros tantos que vigilan los alrededores del bosque y la playa. Lo sé.
El mago sonrió.
_ Ruhan yo... esto... quería pedirte perdón por lo de la otra vez. Sé que fui bastante grosero contigo. Te pido disculpas...
_Tranquilo _ Ruhan le miró y sonrió_ Supongo que algún día yo también seré víctima de la impaciencia y el descontrol.
Los dos amigos se miraron e intercambiaron sonrisas.
-¿Cuánto tiempo más crees que aguantará Nims?- le preguntó el muchacho.
- Una vez hace mucho tiempo llegó a aguantar un mes entero. Imagina cómo quedó después de tanto tiempo sin nutrirse ni hidratarse… Pero tranquilo, los de su especie tienen esa dote, aguantan mucho tiempo sin comer. Porque, ¿Cuántas veces has visto a Nims con ansiedad a la hora de la comida? Con apenas un bocado de algo ya tienen suficientes calorías para una mañana entera, mientras que nosotros los humanos, nos rugen las tripas a las cuatro horas de haber comido.
-Tú no eres humano.
- Soy un humano con poderes.
Pero de repente un grito agudo, que parecía provenir del cielo, los interrumpió:
_ ¡Los encontré! _ gritó Nims_ ¡A los dos!
Laura Martínez

martes, 29 de julio de 2008

En el cruero...

Paulatinamente, y como si de fragilidad se tratase, abrió la nota anónima que el camarero del casino le entregó junto con su San Francisco. Llegaba la noche de gala con el capitán y aunque todavía era algo temprano, la gente ya se había vestido con sus mejores ropas. Ella llevaba un vestido verde oliva que, comparado con todos los demás, era demasiado simple.
Estaba sentada con una amiga que había conocido en el mismo crucero. Se llamaba Cathy.
-¿Qué crees que será?- le preguntó
Y Juliane se encogió de hombros.
-Vamos, ábrela.
Cuando lo tuvo abierto en sus manos, el trozo de papel doblado no llevaba escrito más que un halago hacia la muchacha.
“You are the woman more beautifull of this ship”
Era todo un detalle por su parte, pero sin duda, su anónimo no tenía ni idea de inglés.
-¿De quién es?- le preguntó Jualiane al camarero cuando se lo volvió a cruzar.
-No tengo el permiso para decirlo.- sonrió- ¿Otro San Francisco?
Sin darse cuenta, ya llevaba tres en menos de quince minutos. Si seguía así, el vaivén de las olas que balanceaba el barco haría que pronto le subiese a la cabeza.
Laura Martínez

jueves, 17 de julio de 2008

Build me up buttrercup!

-Laura, Laura, Laura!
-Que pasa?
Mis dos hermanos venían correteando hasta mi habitación algo exaltados.
-Hemos tenido una idea!!
-Cual?
-¿Por qué no grabamos un video?
Yo sonreí.
-Venga, va. ¿De qué?
- mmmmm
Los tres quedamos pensando.

-Ya sé,- dijo al poco tiempo Yago, el pequeño.- Yo soy un camarero, y tu estas tomando algo, y te tiro a la cabeza la bebida que le iba a servir a otro sin querer, y nos damos palos! :-D
-No, olvidalo. Nada de pegar- dije seria.
-Vale...
-¿Y que te parece...- salta Rubén- Dos tios que van por la calle, uno se tropieza y empuja al otro, y entonces se pelean y se dan palos?
-He dicho nada de pegar!
-Ah, bueno...
- Ya está, ya está! Hacemos matrix, y nos pegamos palos!

- QUE NADA DE PELEA!

Cuando parecía que no íbamos a hacer video, salta Yago:
-Laura, y porque no nos vistes con tu ropa y bailamos?

lunes, 14 de julio de 2008

Miércoles cualquiera




Jamás pude imaginar que un miércoles cualquiera pudiera desencadenar tantas cosas tras sí. Pensaba en ellas y en cómo ocultas se desdeñaban a sí mismas, a pesar de que poco a poco iban somando su diminuta peculiaridad del escondite. Sí, asustadas quizás, aunque no más de lo que la muchacha estaba.
Se trataba solamente de un miércoles sencillo y de la cantidad de secretos existentes en su paradero, y que, más adelante, dejarían de existir como tales.
Pero la duda impertinente en ningún momento se alejó de la pobre chica, y ésta correteaba por los recovecos de su mente, cargante y fastidiosa. ¿Serían aquellas cosas ocultas oníricas e imaginadas? ¿Podrían formar parte de la quimera que, quizás, ella sola se inventó?
Laura Martinez

viernes, 11 de julio de 2008

Desesperada

Fotografía tomada del blog de Carmen Luna
No soy una adicta. Lo sé, lo he comprobado.
Me niego a ser una adicta, no quiero más vicios, no más ansias de querer sentir lo mismo una vez más. No, no quiero desencadenar un drama de nuevo, no más dudas, no más tonterías. No, ¡no! Lo grito, y se esparce por mi mente. Me resisto a ser yo, a ser tan exigente, a querer que todo sea perfecto, a no poder ver errores, a mirar por detrás de mi hombro y verlo todo pequeño. Nada es suficiente para mí, y nada es lo que me merezco.
No, lo vuelvo a gritar, y ahora lo libero en el aire y allí yace mi grito, sobrevolando vuestras cabezas y escuchándolo también, entonces todos os unís a mi desesperado grito, porque al fin y al cabo, esa soy yo: una mujer desesperada. Desesperada por el tacto, desesperada por sentir, desesperada por dejar la mente en blanco, por no querer crear el drama deliberadamente; desesperada porque sabe que en el fondo sigue siendo una adicta y desesperada por dejar de serlo. Sí, desesperada por liberarse de ella misma.

miércoles, 9 de julio de 2008

La Orden Secreta (parte 3)

(...)_ Es un riesgo que debo correr_ admitió Nims.
Su amigo suspiró.
_ Pero son tantos los riesgos. A veces me pregunto si de verdad vale la pena.
_ No lo sé, Ruhan, el futuro no está en mis manos.
_ Entonces, cuanto antes te pongas a meditar, mejor.
Nims sonrió.
_ Gracias_ le agradeció mientras le besaba en la mejilla._ Te prometo que los encontraré. No os defraudaré...
_ Lo sé...
La muchacha se apartó de aquel tenue silencio, para internarse en el silencio total. Meditar era fácil, lo que le preocupaba era saber si serviría de algo. Muy pocas veces tenía visiones y cuando, aquella noche se despertó sobresaltada por el sueño, supo inmediatamente que en su poder estaba encontrarlos.
Su melena vivaz se removía con el viento nocturno mientras caminaba hacia el castillo.
-¿Quién va?- preguntó el guardia.
-El camino a la paz está por llegar.
Al oír aquella frase era automático abrir las puertas y compuertas que protegían la entrada del castillo.
-Que descanséis, señora.
Nims detestaba que la gente la tratase con superioridad, por ello ignoró el comentario del funcionario y se dirigió aprisa a su habitación. Cruzó el patio interior, Subió las gigantes escaleras de caracol que había y torció hacia el pasillo de la derecha.
De un portazo cerró la puerta tras sí y apoyó su espalda en ella, a la vez que su respiración aumentaba en intensidad.
El miedo le corría por todo el cuerpo, y la sensación de estar fallando justo en el momento necesario le hacía estremecer. Siendo sincera con ella misma, temía a la muerte, aún sabiendo que ésta no podría llegar nunca, por lo menos no a ella. La idea de que estallara una guerra mundial yacía medio viva desde hacía muchos siglos atrás. Tarde o temprano la sangre brotaría, correría y se derramaría por los suelos arenosos del campo de batalla.


Ruhan, aquel joven de melena despeinada, andaba a paso ligero hasta el Refugio, donde dijo Norf que se encontraría. Nadie más que ellos sabían de su existencia.
Recorrió los pasillos principales del castillo con una antorcha en la mano ya que la oscuridad le impedía ver, hasta encontrarse una puerta de madera muy estrecha. Se quedó enfrente de ella mirándola. Sus amigos podrían haberla abierto con un gesto de manos y algún hechizo, pero el carecía de aquellos dones, así que no tuvo más remedio que abrirla con la llave que sacó de su bolsillo. La puerta se abrió chirriando, y unas escaleras estrechas, mugrientas y que conducían hasta otra habitación subterránea, aparecieron. Antes de bajarlas, Ruhan se aseguró que nadie lo seguía, y mirando a su derecha e izquierda, se adentró y cerró la puerta tras sí.
Las grandes telarañas en las esquinas de las paredes y el abundante polvo de las escaleras se podía observas a medida que el muchacho avanzaba con la antorcha. Una vez abajo del todo se hallaba un pequeño pasillo que conducía hasta otra puerta, aún más pequeña todavía. De su bolsillo sacó otra llave y volvió a abrirla. Ya se encontraba en el Refugio.
_ ¿Qué quieres? – dijo Norf sin mirar siquiera cuando sintió que el joven muchacho abrió la puerta del pasadizo. Éste estaba apoyado en la mesa de la habitación observando un mapa con los distintos campos de batalla.
-Ya veo que tu conducta sigue siendo adusta, amigo. Sólo quería ayudar.(...)
Laura Martínez.

lunes, 7 de julio de 2008

La Orden Secreta (parte 2)

(...)En cuanto abandonó el castillo se internó en el bosque. Su paso era firme y ligero, su expresión seria, y su encuentro con los demás, confusa.


La noche inundaba la isla, pero en lo más profundo del bosque, una luz tenue, que brillaba con poca intensidad, iluminaba las caras de cuatro personas que formaban aquella Orden Secreta.
El rostro de Norf reflejaba preocupación e impaciencia; daba vueltas de un lado a otro entre los árboles, mientras Wilor, Ruhan y Nims pensaban, sentados en troncos caídos y tirados en el suelo, en la catástrofe que podría suceder dentro de poco si no ponían una solución.
_¡ Maldita sea! _ gritaba desesperadamente Norf, que seguía dando vueltas de aquí para allá _ ¡Se nos agota el tiempo!
_ Hey, encontraremos una solución pronto. _ Nims intentaba tranquilizarle_ Confío en que podremos encontrar a las dos personas que nos faltan.
_ Por favor, ¡reacciona!_ Norf estaba histérico. _ Falta menos de nueve meses para que la profecía se cumpla. No podremos encontrarlos, pueden estar en mundos que no conozcamos, ¿No lo entiendes?
Wilor contemplaba la conversación, serio. Él no hablaba, tan solo miraba a sus amigos discutir, y es que eso de hablar le gustaba poco, iba conectado a su ser.
_ Norf, tranquilízate_ quiso calmarle Ruhan _ a lo mejor la profecía es sólo una leyenda, y si es así, no pasará nada.
_ Oye chaval_ Norf echaba humo por las orejas_ A mi no me cuestiones. Estuve presente cuando ocurrieron los hechos. Y no me da la gana que ahora venga un muchacho que sólo ha vivido 23 años, y que no sabe nada de la vida, a decirme que lo más posible es que no ocurra nada.
>>La Mano de Sid debe de estar formada por cinco miembros, y sólo tenemos tres, jamás cuestiones a Shirke.
Nims se estremeció al oír aquel nombre.
-Por favor, sabes que no me gusta hablar de él.- le recordó.
-Pero Nims, nuestra vida va ligada entorno a él. Llevamos siglos esperándole.
_ Lo sé, _ dijo ésta _ y también sé que tenemos posibilidades de encontrar a los dos chicos que nos faltan. Tengo una corazonada. A lo mejor nos hemos equivocado calculando cuándo será el eclipse solar, quizás sea dentro de tres años...
_ O tal vez de tres meses... _ pensó Norf_ Mira, estáis perdiendo el tiempo, si lo que queréis es convencerme de que no hay peligro; pero yo no pienso quedarme de brazos cruzados mientras vosotros intentáis convenceros de que no va a pasar nada.
>>El tiempo es oro, y aunque sea sacrificando mi vida, los encontraré cueste lo que cueste. Voy a despejarme un poco al Refugio.
_ Voy contigo _ Wilor se levantó, miró a Nims y a Ruhan desafiante_ Espero que tengáis la conciencia tranquila, sólo dais más complicaciones.
Cuando ambos desaparecieron, la muchacha suspiró. Su pelo blanco largo y lacio brillaba tanto como lo hacía su piel azul.
_ No me gusta nada ese carácter de Wilor_ dijo Nims, en cuanto sus dos compañeros se alejaron_ Se cree el ojito derecho de Norf... A demás, si no fuera por nosotros Norf no podría haber organizado la Orden Secreta...
_ Pero Nims, ¿estás segura de que los vamos a encontrar?_ preguntó Ruhan sin estar convencido del todo en la teoría de su amiga.
_Claro que sí; te he dicho que tengo una corazonada... Además, tuve una visión... Sé que están aquí en este planeta, y creo que si me dejáis un tiempo para meditar, mis dioses me llevarán hasta el sitio donde están los dos chavales.
_ Nims, ¿estás segura?_ preguntó Ruhan_ Sabes que podrías estar horas meditando
_ Si.. y tal vez días, sin comer, ni beber, y quizás despierte deshidratada, y desnutrida...
_ ¿Entonces?_ preguntó Ruhan confundido.
_ Es un riesgo que debo correr_ admitió Nims.(...)
Laura Martínez

sábado, 5 de julio de 2008

La Orden Secreta (parte 1)

Los tambores sonaban. El redoble de la muerte como banda sonora. Sangre, mucha sangre por todos lados, nada más que rojo por los suelos, cielos, aguas, hasta incluso por los aires. El olor a bosque fue sustituido por uno tenebroso. La guerra había dado comienzo. Estaba en plena esencia, en pleno auge, en plena matanza. Nims contemplaba la batalla escondida, muerta de miedo. Cerró los ojos y rezó algo en su idioma.
-Nims, ¡¿Qué haces?!- gritó el intrépido Ruhan desde su caballo que la había visto y venía a protegerla. Corriendo todavía con el caballo, llegó hasta ella y la agarro de la cintura fuertemente para subirla rápido con él.- No es tiempo de rezar, hay que actuar. ¡¿En qué estás pensando?!
Ella sollozaba con impotencia.
-Los hemos encontrado, ¿Por qué no nos podemos ir ya?- dijo con una leve vocecilla.- Su trabajo es combatir, yo no puedo hacer nada.
Sentía el galope rápido del caballo y saltaba al son de su velocidad.
-Nims, no sabes lo que dices.- todo lo que se decían tenían que gritarlo para que se oyesen.- Estás asustada y no te culpo.
Nims seguía llorando.
-Míralos- dijo el muchacho señalando a cinco guerreros que ponían todo su empeño por salvar la batalla.- Son más valientes que ninguno, y todo gracias a ti.
-Yo sola no les he enseñado.
-No me refería a eso. Digo que gracias a ti los hemos podido encontrar.
El caballo seguía galopando adentrándose al campo de batalla. Ruhan desenvainó su espada dispuesto a luchar.
Entonces bajó a Nims rápido.
-No me dejes aquí.
-Volveré, te lo prometo.
-Eso si no muero yo antes.
Le sonrió montado desde arriba del caballo y con la mano extendida hacia ella para que la pudiese tocar quizás la última vez; entonces, se marchó, y allí quedó Nims, oyendo de nuevo el redoble del tambor, mientras observaba a los cinco guerreros más audaces de la batalla. Allí estaban: claros, fuertes, vivos y reales.
Pero tan pronto sintió los fuertes gritos de una persona muriendo que… despertó.

Su respiración era agitada y el sudor de la frente le caía, más que por el calor, por cómo había vivido el sueño.
Nerviosa y escéptica, se levantó rápidamente de la cama, se vistió con un vestido corto blanco y miró la hora. Eran las doce y media. Llegaba media hora tarde a la reunión con sus amigos y compañeros.
Pero antes de salir del castillo para ir al encuentro de ellos, se miró en el espejo, con repugnancia, como siempre. Detestaba su piel azul y su pelo blanco, a pesar de tener una cara dulce y hermosa. No había tiempo de estupideces, debía ir y contar que los había visto, lo malo sería decir que solo en sueños.
En cuanto abandonó el castillo se internó en el bosque. Su paso era firme y ligero, su expresión seria, y su encuentro con los demás, confuso.
Laura Martínez.

viernes, 4 de julio de 2008

ALIENTO DE VIDA

Suspiraré, hasta el fin de los días.
Lo sé porque esto es lo único que me mantiene viva.
Un suspiro: de dolor, placer, amargura, felicidad, amor, tristeza, nostalgia.
Da igual de qué se trate, lo importante es haber sentido ese suspiro y saber que aún fluye vida por la sangre.
Cada suspiro que damos es un leve-o intenso- placer de poder saborear nuestros más internos y ocultos sentimientos; el poder de saber que sientes, el don de los estados anímicos.
Así sientes que todavía tu alma puede vomitar una bocanada de aire más, y que a pesar de aquellas nefastas situaciones, la sensación de vivir todavía no ha fallecido.
El suspiro como recurso a las palpitaciones del corazón.
Suspiraré hasta el fin de los días. Suspiraré hasta saber que la muerte vino a por mí. Suspiraré incluso más allá de ella.
Laura martínez

miércoles, 2 de julio de 2008

LA LLAVE

Corrí hasta la galería a buscar entre la ropa de la cesta de la plancha mi camiseta blanca para el gran evento.
De repente, y como si fuera por arte divino, un rayo de luz -uno muy intenso- fue a parar justo en la llave que andaba tirada por los suelos.
Creo que fue como un aviso de algo.
Me agaché y la recogí. Era la llave de la terraza de arriba. ¿Se suponía que tenía que ir hasta allá corriendo? Tenía una corazonada, y es que pocas veces suelo tener esa sensación.
Pero, ¿Qué podría estar aguardándome allá arriba?
Con un impulso surgido por la curiosidad, me puse rápidamente las zapatillas de andar por casa y grité desde la puerta: “ahora vengo”
Llevaba la llave en la mano, e imaginándome la cantidad de cosas que me podrían depara en la terraza, subía las escaleras con alguna esperanza de que mi vida diese algún giro, - por muy pequeño que fuese-
“Quizás me esté esperando un ovni para llevarme con él al espacio…” (Aquello lo pensé porque acababa de ver la nueva película de Indi) “¿Qué se puede hacer en la terraza? Pues se puede encontrar a un vecino que se está fumando un cigarrillo, o se puede encontrar a un suicida que se quiere arrebatar la vida precipitándose hacia el negro de la carretera, que, escéptico de l vida, ha dejado de confiar hasta de sí mismo. ¿Quién sabe? Quizás me aguarde un destino maravilloso tras subir las escaleras del segundo, pasar las del tercero y abrir la puerta grisácea de la terraza. O tal vez encuentre una lámpara mágica con un genio dentro que está preso y que pronto yo seré su nueva ama y pueda pedirle tres deseos. O también puedo encontrarme a…. pufff a saber. A la loca del tercero con una pistola en la mano para matarme, o al pervertido del primero que intentará seducirme, (y que de hecho lo conseguirá), o…” Y por un instante paré de subir escalones. “Quizás lo encuentre a él, esperando de nuevo nuestro encuentro para comenzar la faena que dejamos a medias, y quizás me susurre que siente haberse marchado y me sugerirá hacer el amor en medio del atardecer en una terraza bañada de polvo. Una tarde pasional, llena de orgasmos, (o sin ellos) que me hiciesen estremecer de placer, y junto a eso me espera allá arriba el recuerdo de cómo lo hicimos aquella vez…. La última vez que le vi, nuestro primer y último adiós.”
Pronto me di cuenta que la llave que abría mi destino, también estaba abriendo mis recuerdos que consideraba ya remotos.
Suspiré, y lentamente abrí la puerta. Allí estaba yo, buscando mi sorpresa; mas nada encontré. Tan sólo las cuerdas de tender la ropa con cantidad de ella que mi madre anteriormente había ido a tender era lo que me aguardaba allá arriba.
Miré hacia el cielo. Estaba cubierto por un oscuro manto grisáceo, a punto de llover.
¡Maldita sorpresa! ¿No era más que el aviso de una tormenta que mojaría mi blusa blanca que quería ponerme para el gran evento?


Laura Martínez.