martes, 30 de septiembre de 2008

Una tarde cualquiera de otoño


Los niños jugaban a atrapar la luz volátil en medio de la sala. Los dos jóvenes reían tumbados con una sonrisa pícara y tentadora en el frío suelo. Sentados en el sofá, los adultos hablaban de la triste monotonía de aquellas tardes de otoño; y allá, en un rincón, caía muerta la hoja caduca de una de las macetas de La Señora . El Sol se escondía lentamente por el horizonte, y el viento llegaba frío por la ventana abierta. Se vio, minutos después, la triste lluvia fina desde fuera; mientras que el olor embriagante del bizcocho llegó por la puerta. De repente, el temporizador del horno sonó.

lunes, 29 de septiembre de 2008

VETE


“Niño, tira pá Linares.” Pienso “Y no vuelvas. Desaparece de mi vida, sumérgete tú sólo en tu propio océano oscuro y no quieras ahogar a los demás. Vete, no me hagas pensar que te odio antes de tiempo; corre ahora que todo está más o menos apaciguado, escapa de tu propia mentira, aquella que creí y que estoy apunto de descubrirla. Sí, anda, antes de que pueda arrepentirme de quererte olvidar, antes de que me de cuenta de que no eres suficiente valiente para la realidad, antes de que me de cuenta de que no es bueno estar a tu lado. Vete, y te recordaré como aquel que me abandonó, pues prefiero recordarte como a un egoísta que me hizo daño y que en el fondo le quiero, que como un egocéntrico mentiroso que odio. Vete sin decirme nada, como si algún misterio desencadenase tu vida y yo no lo pudiera saber, déjame si quieres una nota de “lo siento”, pero márchate, no vuelvas. Por favor… no quiero saber lo engreído, mentiroso e insuficiente que pudiste llegar a ser; no quiero darme cuenta de lo inocente que fui por haber creído en tus palabras, por haber creído que de verdad me querías. Vete ahora que nadie sabe la verdad y sólo yo puedo imaginarla, ahora que todo el mundo te ve todavía como persona aceptable y ahora que yo puedo todavía convencerme a mí misma de que has tenido tus razones para dejarme. Vete antes de que yo te deje a ti… corre por aquel camino fangoso que llegaste, e intenta no quedar atrapado en el oscuro barro de tus mentiras; antes de que yo quede atrapada de nuevo en tu “te quiero” o antes de que me de cuenta de que es falso. Huye ahora que no es ni demasiado pronto ni demasiado tarde, huye con tus gritos y sal de aquí… ahora que todavía puedo creer que lo que me dijiste era verdad; ahora que todavía sé que aún te amo.”
Laura Martínez

miércoles, 24 de septiembre de 2008

"Tema 1: La naturaleza y El Cambio"

La physys, tal y como la traduce Aristóteles, no se traduce únicamente en la naturaleza, claro está que se incluye en el concepto. La naturaleza se compone de sustancias y éstas, para que sean algo, deben mantenerse en sí mismas. Pero llega el problema del cambio o transformación. ¿El cambio, como una pequeña metamorfosis? ¿El cambio de conciencia? ¿El “Qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos”?
Poseemos la duda de la transformación como una ingente molestia impregnada en la… ¿ropa? ¿Y si me la quito? Sí, delante tuya, da igual, ya me has visto otras muchas veces, ¿recuerdas? Comenzaste a devorarme en una noche de injuria,- no lujuria- Me tocaste todo el cuerpo, descubriste mi esencia y me hiciste llegar a un estado donde el tiempo se encontraba en suspensión. Está incluido en la naturaleza, por lo tanto, según Aristóteles, forma parte de la physys: es filosofía.
¿El cambio? ¿El cambio de persona, así como tú me cambiaste a mí? ¿O el cambio espetado en mi sexo? Como la majadería cuerda del loco adepto a la pasión, o como el nimio ser que, en realidad, siente lo mismo que nosotros cuando hace el amor. ¿Cambio entonces? ¿Qué nos diferencia; tu pelo rubio, tu cuerpo escultural tus rasgos marcados o tu estilo de vestir? ¿Qué nos diferencia; el trémulo resplandor de la luna brillando esa misma noche? ¿El sudor hedónico resbalando por nuestras ásperas pieles? ¿O quizás nuestras ásperas pieles esperando a ese hedónico sudor? Un asunto sexual y lleno de, ilícitamente, prohibiciones enfáticas.
Mi mórbida mirada y tu mística sonrisa convierten todo en una acción de un futuro cercano que, involuntariamente, nuestro cerebro ha procesado y enviado a nuestros nervios. Asimismo el único músculo involuntario situado en la cavidad torácica, palpita más intensamente y hace que estremezcamos aún sin habernos rozado siquiera.
Pero ya no es roce, sino presión; ya no existe el beso en sí mismo, sino un órgano loco por la – y ahora sí- lujuria. Tú metido en mí, y yo encajada a tu cuerpo, gimiendo de un posible e imaginado sentimiento de amor. ¿Amor? Ahí está el cambio, piensa en ello.
¿Pienso luego existo? No pienso, me dejo llevar. Somos dos inmolados seres que, en un rito para ofrecer su carne al paraíso, no han esperado ni dos minutos en pensar en las consecuencias, en El Cambio.
La transformación de la inocencia, la transformación del estupor y de lo impúdico. Ahora es todo obsceno, - ¡Y qué obscenidad!- La mente juega sucio. No, la mente no juega sino nuestros cuerpos, experimentando sus nuevas reglas.
Pero… dejo de imaginar y aquí sigo, mirándote fijamente a los ojos. Llega El Cambio, la desilusión. ¿Desilusión? No, créeme, esa mirada tuya ha sido más productiva que cualquier otro polvo.
Laura Martínez

domingo, 21 de septiembre de 2008

No sé porqué pienso en ti

Nunca es suficiente. No me llena, ¿sabes? Sólo te pido un rato más, y después de ese rato te pediré otro. En realidad te pediría todo el tiempo del mundo. Convertiría los segundos en minutos y así podría alargar nuestra estancia.
Y es que en un segundo ya te hecho de menos. Dirás que soy una posesiva maniática, quizás lo sea, pero es ahora que no estás cuando siento que quizás sí me gustaba tu compañía.
Es triste, porque no llegaste a conocerme del todo ¿Quién lo hace en verdad? Por un momento creíste que yo era perfecta, y tiempo después te equivocaste pensando que no era lo suficiente lista. ¿Intelectual de escaparate? No sé lo que pudiste buscar de mí, no sé a qué te referías cuando decías que te gustaba, no sé ni siquiera el significado de tu sonrisa cuando posabas tus ojos sobre los míos y me acariciabas la frente apartándome ese mechón de pelo rizado de la cara.
Quizás esté confundida porque en realidad no sé la esencia de nuestros encuentros. Tan pronto me querías como tan pronto te deshiciste de mí. E intento no darle importancia, no deseo lo más mínimo pensar en ti. De hecho casi no lo hago, pero el “casi” conlleva a que una parte de mi mente, por mínima que sea, lo hace. ¿Qué fue de aquellos momentos en los cuales me hiciste sentir única? Tú creías que yo era una feliz que siempre reía, y en realidad no te dabas cuenta de que mi risa era causada por los nervios. Los nervios por hacer algo mal mientras tú estuvieses presente. Quizás, ahora que lo pienso, mejor así que como antes, pero es que me acabo de acordar de ti y te extraño. No me preguntes porqué, todavía no he sido capaz de aclarárselo a mi consciente. Así es que aquí me tienes, escribiendo sobre ti y sobre los posibles momentos que pudimos tener, aunque todos aquellos desencadenaran el mismo final, tú ya me entiendes.
Te mentiría si dijera que nunca antes me había sentido igual, lo cierto es que mis sentimientos son aleatorios, pero monótonos. Los conozco a todos ellos, se me presentan con tal normalidad que ya a veces les invito a pasar a tomar un café. “Soy Señor confusion” (es que son internacionales) Y yo, que me fío de todo el mundo, le ofrezco mi hospitalidad.
No, nada es suficiente. Me enfado conmigo misma porque busco algo que no sé lo que es. Lo he estado haciendo desde años. Sé que pierdo el tiempo haciendo eso, pero no puedo evitar dejar de buscar.
Fíjate, me sirves como reflexión personal: de ti, he pasado a hablar directamente de mi posible majadería.
Me rindo, esto no ha llegado a ser lo que quise, el texto digo, y llego a desvariar un poco. Quizás si dejo de escribir, dejaré de pensar en todos nuestros momentos que me persiguen en orden cronológico, y con ello, llego al triste fin. No, no fue triste, fue inesperado. ¿Inesperado el fin, o que encontraras a otra para pasar nuestros mismos momentos?
Laura Martínez. (Foto: Alison M Brandy)

jueves, 18 de septiembre de 2008

La huella de los años


La amargura comenzaba en su mirada. Ésta fluía por su casi descompuesto cuerpo; se esparcía en todo el ambiente, y se impregnaba allá donde sus pies dejaban huella.
Su felicidad, volátil, y su cordura, perdida. Cada arruga de su cara era una marca de los años, y cada año, una marca de su desdichada vida.
Laura Martínez

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Esfera al intelecto y a la filosofía



Hace uin par de días mi amigo bloguero Miguel me otorgó, junto con otros varios, el premio al intelecto y a la filosofía.


No me considero en aboluto una chica con un nivel para ser premiada con tal "trofeo", pero le agradezco el amago.
Podéis visitar su fabuloso blog Opinando Venceremos en esta página: www.tenemosquedecirlo.blogspot.com
Lo sorprendente de este chaval de no más de 15 años es la destreza que tiene en la escritura y redacción y cómo tan jóven tiene las cosas muy claras y sus ideas bien ordenadas. (Y yo esoy hablando como si tuviera 38 jajajajaa que tengo 16)
En fin, que de verdad eres un politico que lo vive, aunque no siempre esté de acuerdo contigo.

Mil gracias por el premio.

domingo, 14 de septiembre de 2008

"Cinco menos seis y nos llevamos una"

No me van los altavoces del ordenador. Fue una frustración de lo más grande, ya que me acababa de bajar una película que tenía muchas ganas de ver, pero sin sonido a nadie le apetece; bueno, habrá a quienes les guste, ya sabéis hay gente de todo por este infame mundo. Sí, después de aquel pensamiento alegórico y poco trascendental llegué a la conclusión de que yo misma era estúpida y que mi aburrimiento era mayor del que hubiera deseado. Se oía a mis hermanos berrear al otro lado de la pared, estarían jugando a “peleas”, como no. Para colmo, la jaqueca se extendía desde mi cabeza hasta sentirla fuertemente en los pies, absurdo ¿verdad? En fin la cosa es que no sé porqué, pero era un día horrible. Llegué a casa con la mochila al costado, recordando que en el instituto estábamos viendo Matrix y comparando la película con la supercaverna que a Plutón… que diga, Platón, le apeteció imaginarse. Otro que se aburría mucho; creo que debo coger papel y lápiz, dibujar un… un nosequé, inventándome unos personajillos de lo más peculiares, a los que le añadiría barba y sombrero, (no sé, me apetece imaginarlos así, ¿vale?) y hacer que han estado toda su vida insaculados y que… ¡Por el amor de la santísima virgen...! (y Seki resuena en mi cabeza diciendo “De virgen nada”),

























¿Qué narices hago? Venga va, inmoralicemos este momento. Yo seré recordada como la lunática aburrida en su cuarto que intentaba hacer teorías del nivel de las de un filósofo griego que inventaba diálogos de los del tipo “-Imagina que…”
(Por favor, si leéis esto no esperéis mucho más de mí, solo voy a seguir diciendo estupideces.)
De hecho, yo sí que esperaba algo más de mí, aunque todavía no sabía el qué. Mi cuerpo estaba sentado en la silla de escritorio mientras que los pies se extendían hasta la mesa donde tenía el ordenador enchufao. Serían las nueve y pico cuando mi madre nos llamó para la cena, olía bien, la verdad, seguramente serían aquellos calabacines rellenos de atún gratinados con queso, pero nada chica, que no venía nadie. ¿Tú sabes lo que es estar ahí en la cocina media hora para hacer de cenar y que luego nadie se apresure a venir? Me da tanta rabia tener que llamarlos más de una vez. Lo peor de todo es que te han oído, y no te hacen el menor caso, ni siquiera se molestan en contestar un “ahora vamos”. Estos dos que si dándose golpes; sí, de estos que se oyen hasta el final de la calle. Y la otra metida en su cuarto con el ordenador de las narices. ¡Que día, pero qué día! Mal. Peor que mal. Horroroso, espantoso, un auténtico desastre. Esta mañana que si Laura me ha despertado mientras se estaba arreglando para ir al instituto. Serían casi las siete de la mañana y ya no me he podido dormir. Después he ido a hacer la compra, y Jose no me ha podido ayudar porque tenía que ir al trabajo, y yo como no vuelo hasta el miércoles, pues nada. Después vi que era ya casi la hora de recoger a Yago del colegio y que se me estaba haciendo tarde, entonces aceleré algo en el coche y me paró la policía. Por suerte no tuve multa (raro, yo pensaba que eso sólo pasaba en las películas americanas). En fin, que decidí entonces llamarlos otra vez, pero nada. Ya me di por vencida, y entonces ahí aparecen. Ya era hora joder, uy, espero no decirlo en alto que están delante sentados alrededor de la mesa con el plato del calabacín. Además, seguro que ni les gusta porque con eso de que son delicaos pa tó…no les gusta los malditos calabacines porque dicen que lo verde siempre tiene mala pinta, joder mira que se lo digo a mamá mil veces. Uy mierda ya me ha salido joder otra vez, espero que no me haya escuchado. Bueno que eso, calabacín para cenar, que asco de verdad que no me gusta para nada, y disimuladamente me acerqué a ella le di un beso cogí mi plato como buen hijo, e hice ademán de comerlo con una delicadeza que en mi vida. Después de pegarle dos bocados dije con sinceridad. “Mamá, no me gusta” y antes de que pudiera decirme algo le corté diciendo “Y lo he probado!” Y claro, ¿que iba a hacer yo al respecto?, siempre le estoy diciendo que si lo prueba y no le gusta es otra cosa. Aquella vez lo prueba ¿y qué, ahora qué? ¿Le retiro el plato y le caliento los tortelinis del mediodía? Eso es mimarlos, menos mal que el pequeño es el único que come de todo, le gusta casi todas las verduras, que si el calabacín, los guisantes, la coliflor, las judías verdes. Como también berenjenas, pruebo la ensalada como tomate, maíz, zanahoria (que Yoli dice que es buena para la vista), mmm no sé como de todo y lo pruebo siempre. Mis hermanos no comen marisco, ni cosas por el estilo. Lauri dice que las gambas parecen bichos, que no hay diferencia entre ellas y los saltamontes. Jolines, ahora en la mesa estoy acordándome de que no me hice los deberes de mate, como venga papá de trabajar y vea que no he hecho nada me mata…Es que encima mates, no podía ser otro. Se me están quitando las ganas de comer. Y seguramente tuve que haber puesto una cara delatadora porque le pillé. Le pillé, esa cara que puso Yago era porque seguramente se había olvidado algo, lo conozco demasiado, además luego le delató el suspiro y la mano a la cabeza.
“¿Qué pasa Yago, ya no comes?” Pero no me contestó. Por el bien de todos que papá no se enterase, porque con lo poco habilidoso que es mi hermano para las cifras y lo obsesionado que esta papá con que tiene que aprender, nos tiramos hasta las tantas restando cinco menos seis y llevándonos una.


Laura Martínez

viernes, 5 de septiembre de 2008

INESPERADO


Y llega de repente aquello que nunca has esperado. El rayo del dolor quebrándote la cabeza.
Y llega de repente aquello que antaño jamás anhelaste. La sensación de vivir errando sola por las vías de la mente.
Y llega de repente aquello que no pudiste evitar. El fallo más grande que cometiste en tu vida.
Llega…. Saluda… y se acomoda. Deja sobre el suelo el equipaje, cuelga su abrigo sobre el perchero y te sientes impotente porque no puedes hacer nada para evitar sentirte estúpida durante el resto de tu vida.
Espetas tu cuerpo, subyugas tu mente y ofreces tu alma al vacío de los días.



Laura Martínez.