viernes, 28 de noviembre de 2008

Duermevela

Séllame los labios con un beso. Imagina por un momento que no hay nadie alrededor, y que la multitud es un espeso bosque; y el ruido de la ciudad es el murmullo del ulular del búho, el corretear de la ardilla por los brazos de los árboles y nuestra exaltada respiración. Imagínanos también envueltos en los brazos luminosos de la noche, en sus secretos más escondidos y remotos, los más buscados en el mundo. Nosotros regimos nuestro reino, imponemos nuestras normas, dirigimos las cortes y dictamos a nuestros súbditos. Somos unos autoritarios sin miedo a la revolución.
Séllame la rosa con tu viento agitado. Imagina el cielo estrellado observándonos con envidia y los ojos entornados del amanecer a la mañana siguiente descubriéndonos escondidos bajo los tules verdosos de la mar.
Séllame el rostro con una caricia y desata la aristocracia. Nuestro linaje puro nos permite obtener el poder soberano. No reivindicas la libertad, no la quieres. Tu deseo es atarte a mi persona y fluir bajo mi sudor durante las madrugadas, los atardeceres y las noches. Y alargar ese momento. Y volver a sentir la lluvia tras la ventana. Y reiterar la aliteración de nuestros suspiros mojados hasta el fin de los días…
Séllame el alma con una sonrisa y seré yo quien me someta, tu presa hambrienta enjaulada entre los barrotes de metal.
Déjame ir y perderás lo que tienes. Quédate conmigo y no conseguirás mucho más.
Yo tu todo. Yo tu nada. Y tú, un sueño reiterado en esta amarga duermevela.
Laura Martínez

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿El misterio del bosque?



(...)La primera hora pasó lenta y algo pesada. Claire hacía esfuerzo para no quedarse dormida, pero, sin querer, no podía mantener sus ojos abiertos ante la explicación que la profesora daba de la Guerra de Secesión Estadounidense. Abraham Lincon por allí, Abraham Lincon por allá, y de vez en cuando, escuchaba el nombre de un tal Jefferson Davis.
- Señorita Taylor.
Claire mantenía los ojos cerrados sin prestar atención a nada, hasta que su compañero de al lado le dio un codazo.
-Señorita Taylor.- dijo la maestra con un tono atacante pero sin llegar a alzar la voz, percatándose de la pequeña siesta escolar de la chica.- Por favor, atienda en clase, o me veré obligada a invitarle a salir del aula. Si quiere dormir, le sugiero que se quede en su casa, esto no es una guardería.
Los alumnos rieron, y Claire sintió una vergüenza indefinible. Afortunadamente, la campana sonó escasos minutos después.
Cuando acabó la última hora en el instituto, se dio cuenta de que el primer día ya le habían mandado muchos ejercicios de matemáticas e informática para casa y unas cuantas redacciones de historia acerca de los sureños en 1861.
- ¿Qué tal te fue, cielo?- le preguntó Lisa cuando llegó.- ¿Algo interesante el primer día de cole?
La muchacha dejó su mochila roja en la entrada y se quitó las Vans.
-No, fue uno normal y corriente. Lo de siempre, ya sabes. Lo de siempre…
Esto último fue acompañado de un suspiro.

La cena acabó pronto y solitaria, como de costumbre. Las hermanas de Claire todavía no habían llegado de jugar el partido de béisbol; seguramente se habría alargado porque, por lo que tenía entendido, se presentó al ‘Torneo de Bienvenida’ un equipo de última hora.
Aquel salmón que Lisa había preparado estaba delicioso. De hecho, era lo único que le gustaba de ella: su mano en el horno. La muchacha miraba desde la mesa de la cocina el reloj colgado en la pared y quedó paralizada en el segundero mientras escuchaba el constante tic-tac. Sentía que el tiempo marchaba muy lento. Cada cuatro bocados que le daba a aquel rico trozo de pescado miraba de nuevo el reloj. Los minutos parecían horas, y las horas, días. Así, el tiempo pasaba con poco disimulo haciendo que Claire se desesperara. Cuando hubo acabado su plato y rebañado el pan en la salsa con la que venía el salmón, miró a su alrededor. Su padre nunca cenaba con ella, ni siquiera las semanas que se quedaba en casa cuando no tenía que desplazarse para trabajar. Lisa, sin embargo, se mostraba algo más amable preparando deliciosos platos para degustar. A pesar de eso, sabía que la mujer con la que su padre había decidido casarse tras la muerte de su madre, no sentía suficiente cariño por ella. Aquellos últimos años había notado la presencia de un vacío inminente. Le atacaba mirándola fijamente a los ojos, y la muchacha intentaba apartarlos de aquella amenaza, pero pocas veces lo conseguía.
Recogió su plato de la mesa y le pasó un poco la bayeta por encima para apartar esas migas de pan. Por último, le pegó un trago al vaso que rebosaba de agua, y se encaminó con él hacia su cuarto.
Cuando salió de la cocina vio a Lisa haciendo yoga en la moqueta del suelo. Llevaba una camiseta de lycra blanca y unos pantalones a juego cortos. Ésta abrió un ojo para contemplarle.
-Si vas a escuchar de esa música tuya,- dijo mientras le seguía mirando de reojo- por favor, cierra la puerta de tu cuarto. Necesito tranquilidad.
Claire asintió con la cabeza mientras subía uno de los escalones para llegar arriba a su habitación, y en un despiste, se tropezó, cayéndose de bruces. El vaso que sostenía en la mano se rompió.
-¡Pero que torpe eres!- vociferó Lisa. Luego más calmada y algo arrepentida añadió:
-Tráete un trapo y sécalo todo, anda.-luego se levantó para ayudarle a recoger los trozos de cristal.- ¿Cariño, te ha pasado algo en el instituto?
Siempre que tenía un día malo le preguntaba lo mismo, y lo detestaba. ¿Es que acaso no te das cuenta que el problema surge de aquí y no del instituto? Se preguntaba Claire, pero sin atreverse a decirlo en voz alta, negaba con la cabeza.
-No. Es sólo que me he levantado torpe.
Tras recoger y limpiar el agua del suelo, Lisa le preguntó si quería hacer algo de yoga con ella, pero la muchacha negó con la cabeza y le dio de todas maneras las gracias.
Claire cerró la puerta de su habitación tras sí. El cuarto no era muy grande como quizás el de Brenda y Gisele, sus hermanas pequeñas, pero ellas tenían que compartirlo y Claire poseía una para ella sola. Se desplomó en la cama boca arriba y dejó que, por unos instantes, la nada le invadiera su mente, aunque le duró poco. Cerró los ojos, algo exhausta y, todavía con el sabor del salmón en la boca, comenzó a recordar años atrás, cuando todavía se sentía en una familia de verdad. (...)

Laura Martínez.

Esto es un cacho, trozo o 'cosa' xD de mi 'proyecto' que comencé a idear el año pasado. El título lo pongo entre signos de interrogación, porque en realidad no sé cómo se va a llamar. Gracias por leer

martes, 25 de noviembre de 2008

¿?


La mujer que había dentro de mí me hizo estremecer. ¿Quién me reconocía? Tras mirarme la mano ensangrentada y contemplar el cuchillo clavado en su vientre, comprendí que aquella no era yo.
El cuerpo yacía, inerte, en el suelo, y el espesor de aquella sangre impregnada en su blusa, aún estaba fresca. La muerte se olía a distancia.
“Piensa en el niño” dijo con un último grito de desesperación cuando supo que iba a arrebatarle la vida. Lo que él no sabía era que el niño ya había sufrido lo mismo, y que, tarde o temprano, yo también. Iba a volverme loca. De hecho, ya lo estaba.
Laura Martínez

lunes, 24 de noviembre de 2008

La estupidez de una mañana


No hace frío, es sólo fresco. Alrededor veo un suelo seco pero lleno de charcos pequeñitos que ayer dejó la lluvia. Inspiro el aire de la mañana y se interna en mis pulmones. A lo lejos, el sol naciente del este; y a al oeste, los reflejos que la luz del astro emana. Un cielo azul y naranja se descubre. No existe el tiempo en esta media hora, por lo menos no hasta que toca la campana. Estoy casi inmóvil. El banco de piedra me hila las nalgas y el viento me congela las manos. A penas puedo moverme. El viernes ha amanecido triste porque la irrelevancia que desencadeno me ata. Paso desapercibida. ‘Jódelos’ como dice mi amigo ¿Y qué más dará? Sólo una mañana más y ya vendrá otro día: mejor, mostrándome su ingente sonrisa, sin pensares lánguidos y tormentos que yo sola invento en esta madrugada. Sin recuerdos que me permitan descubrir el pasado, sin tu imagen en la mente una y otra vez. Atrapada en un remolino de agua que me marea.
Mis rizos caen alborotados sobre el hombro y esta pesadumbre no es más que una excusa popara sacar mi pilot y ponerme a escribir.
Temática: la estupidez de una tristeza hallada deliberadamente.
Laura Martínez.

2008: Un presente alternativo (final)

- Y ocultarnos que te gusta Adrián, así no saldrás con él… Y seguiremos manteniendo la relación de amistad.
Andrea estaba algo desconcertada, pero sabía que aquello que vivía no era un sueño, porque se pellizco más detrás veces hasta hacerse heridas. ‘Vale, tranquila, vale’ Respiró profundamente y asintió con la cabeza.
-¡Pues vamos allá!
Pero de repente se oyeron por el pasillo los pasos ligeros de unos tacones.
-¡Aprisa!- gritó Dani.-No tenemos tiempo.- Os dije que regresarían pronto.
Todos se escandalizaron en la habitación.
-Que salgan dos a distraerles…- sugirió Ezequiel.- Mientras yo hago lo posible para que Andrea vuelva al pasado.
Salieron de la habitación hacia el pasillo ‘Daniel, mejor que la miel’, y ‘Moy, que caña doy’ aunque también se les unió Cristina.
- Pasarán a mi habitación por encima de mi cadáver!- vociferaba esta.
-Pues prepárate, guapita de cara, para morir.
Joana se acercaba muy segura de sí misma. Detrás, venía Víctor del Pino con su esmoquin y la pistola en la mano.
-Mi nombre es Pino, Víctor del Pino.
Moy hizo una llave de judo y lo dejó derrumbado en el suelo.
-Tu nombre ya nos lo sabemos, memo… Y el mío tiene más Flow...
Mientras Joana luchaba con Cristina y Víctor intentaba apartarse a aquellos dos raperos pesados, Belén, Ezequiel y Laura estaban en la habitación concentrados para poder poner en marcha el hechizo.
-Vamos, no tiene que ser tan difícil si vosotros habéis hecho que vengamos a Washington en menos de cinco minutos…-decía Andrea.
-No es lo mismo regresar al tiempo que uno pertenece, es más fácil.- explicaba Belén.
-Tú, virhensita, ven pa cá y recita las palabras.- gritó Ezequiel.- Y tú, Andrea, coge el frasco verde y bébetelo.
- ¿Qué lleva?
-Mejor no lo quieras saber…
De repente entraron Cristina, Dani y Moy a la habitación.
-¿Qué habéis hecho con ellos?- preguntó Belén.
- Están inconscientes, tenemos para cinco minutos de descanso…- dijo Daniel.
-Bueno, pongámonos en marcha con lo de antes- sugirió Ezequiel- Laurita, ven aquí, y ya sabes lo que tienes que hacer.
-¡Adiós Washington!- gritaba Cristina por la ventana con una tristeza irreparable mientras agitaba un pañuelo rosa- Nunca tendréis una presi tan maja como yo.
-¡Adiós coro!- vociferó Belén.
- ¡Adiós virginidad!- atestó Laura.
Laura se acercó, y los tres se pusieron en corro alrededor de la muchacha. La misionera comenzó a hablar en un idioma extraño y antiguo y, con aquellos pelos alborotados que llevaba, parecía la niña del exorcista.
De repente, entraron en la habitación Joana y Víctor y al ver que Andrea se esfumaba por arte de magia, gritaron: ‘NOOOOOOOOOOOOOOOOO’, y cayeron al suelo como a cámara lenta. Ya era tarde, el destino iba a cambiar.

La sirena del recreo había tocado hacía un par de minutos. Algunos adolescentes comían sus bocadillos de chorizo y queso; otros fumaban en su rincón de siempre y otros jugaban al futbol o al baloncesto. No había mucha variedad. Andrea zampaba un sándwich apetitoso, lo necesitaba porque con trece años todavía estaba creciendo. Divisó a lo lejos a una muchacha en un banco sola, recostando su cabeza sobre la mochila que parecía estar enfadada con el mundo. En las escaleras del recreo a otra chica tímida con unos pelos un tanto horribles, mirando a los chicos populares del instituto, parecía una monjita, pero en el fondo, pensaba Andrea, sus pensamientos no eran del todo inocentes. Allá en el fondo, a un muchacho alto y delgado hablando sólo con su bola mágica de cristal y echando mal de ojos a aquellos que se metían con él y cerca de ella a una muchacha que le atestaba cada minuto una mirada agresiva, como si estuviera enfadada. Le llamó la atención a una chica que contemplaba una revista de cotilleo que tenía en la portada al famoso y guapo Leonardo dicaprio, y a su lado, un chico tímido y con risa infantil que le contaba que acababa de ver la última película de James Bond.
Ahora lo recordó todo. Su sueño. La parada de bus y su viaje al futuro. Pensó que sería una pesadez volver a vivir los años transcurridos, pero debía hacerlo si no quería acabar como se había visto. Aquella mañana, antes de su visita al futuro y su regreso al pasado, había soñado con su final: se vio borracha tirada en un contenedor de basura y, sin querer el camión que los vaciaba todas las noches, se la llevaba ala triturado. Ese era su nefasto fin. Por suerte, aquello no iba a ocurrir, porque Andrea se puso manos a la obra con el plan.


Ahora mismo estamos en el chino cenando todos celebrando su cumpleaños. ¿Cuántas veces nos habremos preguntado el por qué de las cosas y no las sabemos? Pues bien. Por mucho que nos burlemos de Andrea, que la tildemos de sosa y manipulable, que sólo la utilizamos para que nos lleve a su porno estudio… le debemos dar las gracias porque cambió el presente, porque ahora debemos entender el porqué de su rollo con el Ketchup y porqué siempre reprimió su amor por Adrián. Quizás gracias a su plan, Cristina y Daniel están juntos, y Ezequiel no es ningún Nigromante, incluso aunque a veces lo parezca. Belén dejó de hacer huelgas en los recreos y se juntó más con nosotros, y es por eso por lo que está presente hoy aquí y Laura terminó de rezar los Padres Nuestros para dejar a parte el mundo de la inocencia. ¿Quién sabe si la Andrea del futuro sigue sumida en el plan de unión? Lo sabremos cuando lleguemos al 2020 y nos veamos a todos juntos.




Amén


Laura Martínez.

jueves, 20 de noviembre de 2008

2008: Un presente alternativo (5)

(...)
-¡Tienes que volver!- gritó Laura desesperada- Llevo toda la vida sin… Estoy por tirarme al Santo- se santiguó.
-Sí, debes volver y salvarla de esta miseria- decía Cristina con cierto tono de culpabilidad.
De repente, unas piernas tentadoras asomaron por la puerta.
-De eso nada, muñeca.
Todos se giraron para ver qué pasaba.
Acababa de aparecer una mujer muy blanca de piel con el pelo brillante suelto y los labios pintados color rojo pasión. Llevaba un vestido corto del mismo color que los labios y unos tacones de charol. Se presentó en la sala con una pistola en las manos.
-¡Joana!- exclamó Belén.- ¿Cómo nos has podido hacer esto?
Ella rió picarona.
-Aquí nadie va a cambiar el futuro.- espetó seria.-Yo me he casado con uno de mis famosos preferidos: Leonardo Di Caprio, y nadie va a mover el tiempo.
-Pero ¿cuántos años tendrá ahora?- preguntaron extrañados todos pero con tono de susto en la voz.
-Y qué más da. Tiene dinero y se hace liposucciones también, ¿O qué creéis? En fin, pero eso da igual- prosiguió- aquí nadie va a moverse.
Corrió, todavía con el arma en la mano y apuntando hacia la puerta entreabierta y gritó:
-¡Víctor, corre!
Entró en la habitación un hombre con esmoquin y pajarita. Llevaba en la mano también una pistola.
-¿Qué pasa, es que no sabéis que Víctor del Pino se ha convertido en el nuevo 007?
-Todo aquello parecía un sueño.
-Sí- añadió Víctor.- Deteneos ahora mismo y no hacer nada.
Sin poder evitarlo, ambos compinches metieron a los cuatro amigos en el calabozo de la Casa Rosa, y a Andrea en otra sala más pequeñita e insonorizada.
Cuando creía que todo lo había perdido, que aquello dos tipos iban a matarla, sucedió lo mejor. Dos hombres raperos que vestían con ropas de rapero abrieron la puerta.
-¿Quiénes sois?- preguntó Andrea.
-Somos: ‘Daniel, mejor que la miel’ y ‘Moy, que caña que doy’ Y venimos a salvarte.
- ¿Dani, eres tú? ¿Quién es Moy?-preguntó Andrea
No lo llegaste a conocer, pero si cambias el futuro, te aseguro que lo harás.
Tras rescatarla de aquella pesadilla fueron en busca de los demás. Una vez ya todos fuera, Belén preguntó:
-¿Y los dos tipazos éstos?
- Han escapado,- contestó Moy.- Es cuestión de segundos para que lleguen.
-Pero si te das prisa y vuelves al pasado- continuó Dani-, todo esto cambiará.
Ella asintió.
-Todo por el buen futuro.
- Bien- explicó Ezequiel- Lo que debes hacer no es sencillo. Tienes que enrollarte con el Ketchup si quieres que todo esto funcione.
- ¡Eso ni en sueños!
(si lo conocierais sabrías porqué lo digo)
-¿Quieres que las cosas cambien?- le preguntó Belén y Andrea asintió con la cabeza.- Entonces debes hacerlo.
Suspiró.
-Sí,- prosiguió Cristina- el rollo con el Ketchup dará mucho para criticarte y nosotros nos uniremos más. Cuando tú cortes con él y llores, te consolarán y así volveréis juntos. En tercero todo irá mejor y estaremos unidos. Y en cuarto seremos las Sisters, y en primero de bachiller te enamorarás de él.- dijo con voz de felicidad y señalando a Moisés.
Andrea le miró sonrojada.
-Además, tendrás también que quererle a un tal Yon – especificó Laura- y leer conversaciones ajenas del MSN. No quiero darte detalles.
- Y ocultarnos que te gusta Adrián, así no saldrás con él… Y seguiremos manteniendo la relación de amistad. (...)
Laura Martínez

2008: Un presente alternativo (4)

(...)

-Esa eres tú.
- ¿Qué?
-Mírala bien- señaló el hombre alto.- Tiene tus mismos rasgos. Es tu misma cara…
Sin dar crédito, negaba con la cabeza. Ciertamente tenía un ligero parecido a ella, pero no era posible.
-Estamos en el 2020. Míralo en los calendarios, en cualquier vía de comunicación. Pero no temas, te devolveremos al pasado dentro de nada. Cuando te digamos lo que debes hacer, entonces te irás.
-Pero, ¿Por qué acabo así? ¿Por qué esta mañana no vino el autobús y tenías la cabeza de Vicente cortada? ¿Qué es lo que sucede?
Las preguntas eran múltiples, y los extraños se apresuraron a contestarle.
-Para empezar- le explicó la chica-tubo (ya se había quedado con ese mote)- Debes saber que tu presente 2008 es un presente alternativo, cambiable y moldeable. Estás saliendo con Adrián por una serie de hechos y tus amigas son éstas por las otras. Recuerda por qué…
Dubitativa, Andrea contestó:
-Bueno, yo antes salía con otro grupo de amigos. Con una que se llamaba Cristina, Belén, Laura, y Ezequiel. Pero las cosas no fueron bien. Cristina y Laura se enfadaron porque descubrieron que en primero de la ESO yo les llamaba “el moco”
>>Belén comenzó a hacer huelgas en los recreos en nuestro segundo año en el instituto porque decía que nadie la escuchaba y se fue distanciando. Y Ezequiel fue enfocando su futuro al futuro de vidente. Entonces yo me fui juntando con las otras… También recuerdo a dos personajes muy curiosos. Eran Joana y Víctor del Pino. Ambos venían de vez en cuando con nosotros… Joana estaba enamoradísima de Leonardo Di Caprio, lo recuerdo muy bien, y a Víctor le gustaban todas…- parecía que comenzaba a recordar con nostalgia.- También estaba Daniel, que era el rapero del grupillo. Estaba enamoradísimo de Cristina, y no sé qué pudo haber sido de él…
Tras la explicación todos asintieron y volvieron a la Casa Rosa para contarle lo que debía hacer. Una vez más en la misma habitación que antes, comenzaron a conversar.
-Andrea. ¿Todavía no te has dado cuenta de quiénes somos?
Ella negó con la cabeza. Aunque se les quedó mirando fijamente. Les recordaban a alguien, pero no sabían a quién.
-Somos nosotros. Cristina, Belén, Ezequiel y Laura…
Se llevó las manos a la boca. No, era imposible. Pero… si aquellas personas tendrían más o menos unos treinta años. Sus antiguos amigos debían tener la misma edad que ella: dieciséis.
- ¡Estáis mintiendo!- gritaba- Sois unos locos friáis que ven Héroes, y son aficionados al personaje de Hero Nakamura nada más.
-Debes volver al momento donde nos separamos- le explicó Ezequiel, el de la gabardina sin importarle la reacción de la muchacha.- y volvernos a juntar…
-¿Por qué?- preguntaba sin comprenderlo.
-¿Pero es que aún no te has visto?- explicó la de pelo rizado, la supuesta Laura del futuro- Acabas viviendo en una fuente y comiendo entre los gatos callejeros.
-Mira, esta mañana,- continuó Cristina.- cuando te has despertado, se ha iniciado en tu presente una guerra mundial entre lectores de Harry Potter y lectores de Crepúsculo. Vicente era partidario del PPC, es decir, Partido Progresista Crepuscular y los de la PHP, (Partido Harry Potterista) lo mataron.
-Tú te exiliaste de España y te fuiste a vivir a Cuba.- explicó Belén.- Desde allí emigraste a Miami y acabaste viajando hasta llegar a esta ciudad.
- Cristina era la cabecilla del PPC, (no sé si recuerdas que fue incluso a la presentación del último libro de la saga de Crepúsculo y se hizo encargada a partir de ese día de las conferencias nacionales) Acabó enfrentándose contra EEUU. Ganó la batalla, por eso ahora es presidente.- Explicó Belén- Pero ahora, después de muchos psicólogos, dice que se arrepiente de aquella actitud impulsiva cuando perdió los nervios porque Laura divulgó por el instituto que el libro no valía, que era muy empalagoso, un amor asqueroso. A partir de ahí la guerra comenzaba.
- Laura tuvo que refugiarse en un monasterio.- volvió a decir Cristina.- La pobre es ahora una misionera virgen. ¡Lo siento Lau!
Cristy y Laura corrieron a abrazarse entre llantos.
-Ezequiel acabó siendo espía y adivino del PHP y le facilitaba información de su enemigo.
-Y Belén encontró refugio con Laura. Ambas cantaban mucho en el karaoke así que le dio trabajo en el coro de la iglesia. – Añadió Cristina.- Lo que no saben es que canta fatal.- esto último lo dijo en voz bajita.
- Como ves, esto es un rollo. Si vuelves al pasado y lo cambias, no se iniciará ninguna guerra. Todos seremos amigos.
-¡Tienes que volver!- gritó Laura desesperada- Llevo toda la vida sin… Estoy por tirarme al Santo- se santiguó. (...)
Laura Martínez foto de arriba: los cinco amigos que nombro :-)

martes, 18 de noviembre de 2008

2008: Un presente alternativo (3)

(...)La mujer se santiguó y besó el rosario que colgaba de su cuello al oír la última palabra.
Cuando el coche comenzó a marchar, Andrea contempló con anonadad la ciudad. En aquel mes de noviembre los árboles vestían de un color rojo precioso que nunca antes había visto. El Sol brillaba a pesar del frío glaciar del lugar. Se divisaba allá en el fondo el alto Obelisco. Pasaron también por el famoso y gran cementerio Nacional, el Capitolio, y además, poco a poco el coche se iba acercando a la Casa Blanca que… se dio cuenta que ya no era tan blanca, sino más bien de un rosa fresa muy chillón.
-Pero… ¿qué narices…?
No le dio tiempo a terminar la pregunta porque la mujer bajita le preguntó:
-¿A que está chachi?- refiriéndose a la Casa ‘Blanca’
Andrea sonrió por miedo de que su contradicción le repercutiera. Aparcaron a cien metros de la White House. La mujer de pelo corto extrajo de su bolsillo un Walki-tolki y dijo: “Prepararlo. Hemos llegado ya” Esto asustó un poco a Andrea, aunque minutos más tarde se dio cuenta que un helicóptero llegaba a por ellos. Subieron en él y aterrizaron en el jardín de la casa del presidente. Cuando bajaron, todos se dirigieron al interior de la casa y se refugiaron en una habitación que aparentemente era el despacho del presidente. Estaba pintada de rosa también y tenía Barbies por todas las estanterías. Desde la ventana se oía a chicas y chicos manifestando su alegría y cantando: Cristy for president!”
La mujer de falda de tubo sonrió y se sentó en la silla de enfrente del escritorio. El resto se acomodó en un sofá hinchable color rosa también.
-Veamos, Andrea.- dijo.- Como puedes ver soy la presidenta de los EEUU…
-Pero… si acaba de subir Obama al poder.- dijo Andrea sin dar crédito a lo que oía.
- Pero eso fue hace años- le explicó el hombre alto.- Obama ya hace más de tres legislaturas que no gobierna. Estamos en el 2020.
Andrea casi se cae al suelo.
-¡¿Cómo que en el 2020?!
-Como lo oyes.- le dijo la de pelo corto.
- Pero si esta mañana era dos mil och…esq…Co...pe-ro… no entiendo nada…
- Hemos venido de tu futuro, hijita- le dijo la de pelo rizado.- para llevarte a nuestro presente, que es este.
-Sí,-continuó el hombre alto y delgado- esta mañana te encontrabas en tu presente alternativo. Hemos venido hasta aquí para que veas tu futuro y decidas cambiar el pasado.
-¿Pero porqué lo quiero cambiar? Me va bien. Tengo mi novio, Adrián; y mis amigas Vero, Amy y Natalie… Todo me va genial.
- No. ¿Viste la cabeza de Vicente Cano?- le preguntó la de pelo corto.- Te hubiera pasado algo peor. Te hubiera caído una bomba encima y te hubieras quedado manca, coja y loca perdida.
Todos aquellos extraños intentaron convencerle de lo que decían era cierto, pero, según los pensamientos de Andrea, eran cuatro locos que no sabían lo que decían.
-Sí, Andrea, sé que suena extraño pero es la verdad. Te lo podemos mostrar.
- ¿Cómo?
- Síguenos.
Salieron de la casa a dar una vuelta por la ciudad, no sin antes haber avisado a dos escoltas para que protegieran a la tan aclamada chica-tubo-presidente. Cuando llegaron a una plaza grande con una fuente en el medio, la muchacha de pelo rizado le dijo:
-¿Ves esa anciana loca?
Andrea asintió, mientras se fijaba en una mujer ya mayor que parecía ser un homeless, una vagabunda mórbida que buscaba comida entre la basura y tenía a su alrededor una manada de gatos que le lamían las piernas resecas.
-Esa eres tú. (...)
Laura Martínez

lunes, 17 de noviembre de 2008

2008: Un presente alternativo (2)

(...)
-Déjalo- dijo la voz de la mujer dirigiéndose al hombre- Ya me encargo yo.
Aquel extraño hombre se metió de nuevo en el coche y la mujer se apresuró a hablarle, con mucha delicadeza.
-Andrea, sé que te sonará raro, pero tienes que venirte con nosotros.- y señaló hacia el coche.
- ¿Que qué? Pero… ¿Quiénes sois, por qué he de haceros caso?
-Porque te conviene. Si te quedas aquí desaparecerás como el resto de la gente.
-Pero ¿qué narices…?
-¡Shhh!- le cortó la extraña mujer.- No debes hablar. Aquí no.- miró a su alrededor- Vamos, sube al coche.
Al ver que Andrea no hacía caso, señaló:
-Tú lo has querido…
Se apresuró a entrar al coche y salió repentinamente de él otra persona. ¿Pero cuántos había ahí dentro?
Era otra chica. Esta vez de estatura media y con el pelo corto. Llevaba en el regazo una bolsa de cartón que chorreaba un líquido amarillento y extraño. Sin decir palabra, extrajo lentamente lo que había en el interior de la bolsa. Andrea casi vomita al verlo: era la cabeza cortada de el tipo que siempre le quitaba su sitio en el autobús: Vicente Cano.
-¿Quieres que te suceda lo mismo?- le preguntó la extraña.
Ella negó con la cabeza.
-Pues entra al coche.
Obedeció sin rechistar y más asustada que nunca. Contempló que en el interior del vehículo se hallaba una persona más que iba al volante. Tenía el pelo rizado y las patas apenas le cabían en aquel asiento.
-¿Qué miras?-le atestó
-Nada, nada- y se giró a mirar por la ventana.
Tras un viaje de una hora, llegaron al aeropuerto de Alicante.
El coche aparcó y todos se bajaron. La mujer alta que conducía agarraba fuertemente del brazo a Andrea por si cabía la posibilidad de que se escapara. Cuando entraron a la diminuta terminal, la muchacha se fijó con más detenimiento las cuatro figuras de los extraños. La chica alta de pelo rizado llevaba también en la mano que le quedaba suelta cinco pasajes, pero no logró ver con qué destino.
-Más vale que tus viajes Express sean fructuosos.-espetó el hombre alto con gabardina.
- Ya te he dicho que tengo contactos con la aviación, en menos de cinco minutos llegaremos a Washington DC.
-Piensa que estamos en el año 2008…- señaló la chica de falda-tubo.
-Utilizaremos entonces el otro método.- dijo la mujer alta.
-Aquí no es seguro…
-No tenemos alternativa.
Chequearon sus billetes, pasaron el control de policía y se dirigieron a la puerta de embarque correspondiente. Una vez dentro del avión, la azafata les acomodó en asientos de primera clase y les ofreció champagne.
La chica con el pelo corto se levantó de repente y se dirigió a cabina. Sin saber cómo ni porqué, en cinco minutos habían aterrizado en el aeropuerto de la capital de EEUU.
-Bien hecho- le dijo la mujer falda-tubo.
El aterrizaje fue suave y rápido- ¡y tan rápido!- Una vez fuera del avión, tomaron una limusina. La mujer de pelo rizado hizo ademán de montarse delante para conducir pero el hombre alto le paró los pies.
-¡Esta vez conduzco yo, puta!
La mujer se santiguó y besó el rosario que colgaba de su cuello al oír la última palabra (...)

Laura Martínez

sábado, 15 de noviembre de 2008

2008: Un presente alternativo (1)

Sus enormes y rasgados ojos marrones observaban con horror la habitación donde la habían encerrado. Tenía forma de cuadrado y estaba insonorizada, por ello no intentó gritar, sería un esfuerzo en vano. La muchacha contuvo las ganas de devolver por causa del nauseabundo olor a cerrado y a humedad. ¿Cuánto quedaría para que la asesinaran? ¿Serían capaces de cometer tal acto de inhumanidad? Entonces, repentinamente, comenzó a recordar aquella pesadilla que le había atormentado noches atrás. Sentada en un rincón, no hacía más que pensar en su final. ¿Sería tal y como en su sueño?

El sudor le empapaba densamente la frente cuando, sobresaltada, se despertó de una pesadilla. Aliviada contempló por su alrededor que no había indicios de peligro. Se encontraba en su habitación y todo estaba tal y como lo había dejado. Contempló con más detenimiento, par ver si se equivocaba pero no. En el tablón de corcho seguían las mismas fotos con su novio Adrián y sus amigas Verónica, Amy y Natalie. Eran las mejores. Con ellas siempre podía hablar de las relaciones con sus respectivas parejas. En realidad no sabían hablar de otra cosa, pero, ¿Para qué quería más? Aquello a la muchacha le encantaba.
Miró el reloj. Eran ya casi las seis y media de la mañana. El despertador todavía no había sonado pero se levantó porque no podía dormirse. Mientras desayunaba intentó recordar aquel sueño oscuro, pero fue incapaz. Tenía la sensación de que algo nefasto sucedería aquel día, entonces, inquieta, se apresuró hasta la parada del bus para ir al instituto. No había nadie. El ligero viento de aquella mañana de noviembre le acariciaba la cara, pero lo sentía más bien como un azote. Era extraño que a las siete y diez no hubiera nadie esperando el bus y comenzó a preocuparse. Miraba el reloj cada segundo que pasaba, y se fijó que el aire era más aterido que de costumbre, tanto, que comenzó a tiritar. Aquello no era normal. De repente un auto negro paró en frente suya, pero no le dio importancia. Cuando un hombre alto y delgado comenzó a bajar de él con gabardina negra y sombrero de copa comenzó a asustarse algo más. Apenas dejaba mostrar su rostro, y la poca luminosidad de la mañana impedía que se viera bien. La joven chica no sabía qué hacer. Decidió por un instante salir corriendo del lugar, pero parecía que algo la sujetaba fuertemente de los pies y le impedía escapar. El hombre misterioso se acercaba a ella.
-¿Andrea?- preguntó con voz ronca y quebrada, casi como un susurro y mirando de un lado a otro.
Ella quedó anonadada, pero sin contestar.
-Andrea. Sé que eres tú. No te hagas la tonta- seguía diciendo.- Y sobretodo no debes temerme.
De hecho lo hacía. ¿Dónde estaba la gente? ¿Y el autobús? ¿A qué diablos había venido aquel hombre a hablarle? Y antes de que pudiera siquiera preguntar algo, del coche bajó otra persona. Esta vez una mujer. Era de estatura baja y vestía como si fuera una ejecutiva: llevaba una falda de tubo negra y una blusa blanca a rayas azules con unos tacones de aguja.
-Déjalo- dijo la voz de la mujer dirigiéndose al hombre- Ya me encargo yo (...)
Laura Martínez. Ilustración: Andrea Sánchez

jueves, 13 de noviembre de 2008

"La serpiente me quedó más gorda de lo previsto..."


La serpiente me quedó más gorda de lo previsto, y rígida también. Giré la cabeza para ver si desde otra perspectiva parecía más real, pero descubrí que también me había quedado algo larga. Intenté borrar algún contorno y rectificar, pero el dibujo perdía su esencia. Decidí entonces dejarlo tal y como estaba e hice ademán de guardar la libreta bajo el pupitre cuando una mano me lo impidió.
-¿Qué es eso?- me preguntó curiosa Rita observando fijamente el bloc.- ¿Un tronco caído?
Desilusionado, miré el dibujo una vez más y pensé que lo mejor sería pedirle ayuda a mi hermana si quería sacar matrícula en plástica.
Laura Martínez.

martes, 11 de noviembre de 2008

Remolino de comida


Sonó el exasperante ruido de la cadena, y la muchacha vio de rodillas cómo en un remolino desaparecía toda la comida por las cañerías. Tras aquello se incorporó y con algo de agua, se limpió las lágrimas de la cara y el rimel que se le había corrido por el contorno de los ojos hasta llegarle a los mofletes. También se pasó los dedos por la comisura de la boca e hizo gárgaros con flúor para quitarse el mal sabor después de lavarse los dientes. De nuevo se apoyó sobre el lavabo y se contempló en el espejo, con repugnancia, con asco. Se llevó la camiseta y la arrojó por los suelos. De perfil, se observó con desgana. Tras aquello, hizo lo mismo con los pantalones y una vez casi desnuda, se midió el contorno del muslo con las manos. Se azotó una torta a ella misma, aunque, segundos después volvía a contemplar su vientre. Se desabrochó lentamente el sujetador, y sus bragas se iban deslizando por las piernas. Cuando se vio desnuda, posó ambas manos en los pechos y los apretujó fuertemente. Seguidamente, se soltó la melena lisa, larga y morena. Segundos después rompió en el llanto más absurdo del planeta. “Cariño, ¿pasa algo?” le preguntó la dulce voz de su madre tras la puerta del baño. Corriendo se volvió a vestir, se secó las lágrimas e, intentando no hablar en ahogos, le respondió que sí. Horas más tarde, después de haber devorado unas galletas con ansiedad y gula, el remolino en el inodoro volvía a moverse rápidamente.
Laura Martínez.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La parte de Seki cabreada,La Laura pija de un verano y dos que no salen físicamente en la historia.


-No sentía en absoluto pena por ellas.- me contaba Seki- Andrea y Belén se han comportado de forma penosa, incluso parece que hayan perdido parte de personalidad.
>>Yo es que alucino con la gente. Son tontas, ¡son tontas! Mira que dejarse engañar... pues ¿sabes lo que te digo? Que se lo merece. No me da pena que luego el chico resultase ser rana… ¿Qué digo rana? Peor que eso, ¡Rata! Para que aprendan.

Supongo que al otro lado del pueblo Andrea seguiría sumergida en el recuerdo de ese tal Jony en la discoteca de Torrevieja y el beso fugaz, ( y lo digo casi literalmente, porque no fueron más de unos minutos, que, si tenemos en cuenta todo el follón que dieron para conseguir quedar, no es nada.)

-Pero… es que todavía no me cabe en la cabeza. Da igual… da igual, porque me voy a enfadar. ¡Me ponen enfermo! Menos mal que no estabas tú Laura, sino, a saber qué hubieras hecho también.
-Eh! No adelantes acontecimientos ni inventes historias, porque yo no estuve.
-Ya lo sé, tu estabas allá en ca’ Dios o como se llame. ¿California del norte?
Yo negué con la cabeza.
-Carolina del norte.
-Dios con que acento más pijo has llegado. Bueno, cuéntame algo de tu viaje.
-Puesss ya sabesss- mis eses eran aliteradas y las pronunciaba alargadas y con intensidad.- Fuimos a la pool todosss loss díasss... muchas Partiesss! Y vimos las... ¿Cómo se llaman? Las water fallsss, seki… las…. –mientras chasqueaba los dedos.- Sí las casscadasss…
Ezequiel me ponía cara de “Dios, que tonta y que pija y que envidia que le tengo”
-Sí hija sí, menos mal que mandaste un e-mail en el momento más necesitado, porque las dos tontas estas me dejaron plantado por un tío que luego las insultaban. En fin, no es la primera vez ni será la última que les pase. ¡Es que nunca aprenden!
Laura Martínez.

domingo, 9 de noviembre de 2008

"¿Hacia dónde?"


“Para pieles secas” leyó. “Con extracto de Aloe Vera” Estaba tan aburrida que se dedicaba a leer lo que ponía en las etiquetas de los botecitos de hidratante corporal que había en la habitación. Ni siquiera se había molestado en poner música, lo mejor de aquel momento era el silencio. Estaba cansada también y no le apetecía moverse de la cama. Extendió el brazo hacia el suelo, y colocó el botecito de crema sobre él, después se removió sobre la colcha roja y quedó boca arriba mirando con desgana el implacable techo blanco. Beis, rojo, azul, violeta, negro. Todos los colores sangraban en uno sólo. La pobre muchacha intentaba pensar en algo coherente, algo que la salvara de aquellos insufribles días, pero en vano, sus pensamientos le guiaban a la más desesperada sinrazón. Volvió a coger el bote. “Protege y evita la sequedad cutánea dejando la piel suave” ¿Dónde quedaba la suavidad? Apretó un poco del bote y la esparció por sus brazos. Ahora se notaba pringosa además de fracasada. Lo que buscaba era absurdo, pero no podía evitarlo. Tuvo como una visión: tenía que escapar corriendo de allí. En un arrebato, se levantó rápida, tomó el abrigo del armario, cogió las llaves, móvil y algo de dinero y se precipitó a salir de su casa. Una vez ya afuera, buscaba con la mirada algún taxi. Al otro lado de la calle se encontraba uno esperándola. Le señaló que se montara con la bocina, y sin pensarlo dos veces, se subió en él. “Póngase el cinturón” le dijo. La muchacha le obedeció. Después el taxista le miró por el espejo retrovisor y le preguntó: “¿Hacia dónde?”
Laura Martínez

jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Cómo ir al cielo y volver?


Y sin querer vuelvo a reír, y sin querer vuelvo a llorar. Parezco algo tonta, porque los llantos entrelazados con carcajadas no son del todo estéticos; si me viera, me daría miedo, seguro. No sé porqué lo hago, quizás sea porque lloro de felicidad, o porque me río de mi tristeza. Echo de menos algo que no existió: aquella sensación de una noche de lluvia en medio de febrero, ¿Recuerdas?
Y sin querer vuelvo a mirar, y sin querer cierro los ojos. ¿Cómo puede ser que me atreva primero y me esconda después? Es posible que algún día quede más loca de lo que ahora mismo estoy. Palabras mudas que hablan silencios. Silencios estruendosos que me atormentan con su ruido.
Y sin querer vuelvo a ser yo, y sin querer vuelvo a cocinar macarrones pegados. Un bistec con poca sal y una sopa fría de lágrimas son mi plato de comida. No quiero pensar que esta soy yo, que con la compañía me vuelvo risueña y en lo más profundo de mi cómoda soledad llore por algo que todavía no he entendido. Por algo que seguramente ha creado mi infinita imaginación. No. La lluvia fue real, lo sé.
Se crea el paraíso con media vida, y se destroza en unos segundos. Y luego te quedas pensando: ¿cómo ir al cielo y volver?

Laura Martínez

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tres minirelatos de la tal abuelita.

“No les digo por donde saqué a la abuelita porque seguro que no reeditarán el cuento” leí. Vaya, penoso final. ¿Primero mata a la abuelita y luego la deja muerte en un paradero desconocido? Seguramente no sabría por dónde terminar la historia. En fin, si hubiera sido mi abuela la hubiera rescatado, porque cargarse a la protagonista en un párrafo y medio del libro, no tiene perdón. Mejor me pondré a escuchar algo de Frank Sinatra y bailaré delante del espejo imitando que canto el ‘New York, New York’ que después de malgastar mi tiempo leyendo ese cuento, necesito hacer la tonta.
No les digo por donde saqué a la abuelita porque seguro que no reeditarán el cuento. Censura, ya saben. Bueno, hoy en día no existe de eso, sino que se ‘invita a los diferentes medios de comunicación a no promocionarlo’. Primero esto, ¿y luego qué? ¿Aparecerá mi foto de carné con una barra negra sobre mi cara? Después se llevará el premio el tipo que escribe sobre lo bonito que es la paz mundial. A ver, seamos realistas: una abuelita que practica deportes de riesgo da mucho más juego, y más si luego describo una caída colosal desde un puente porque la cuerda no estaba bien asegurada. ¡Ya quisieran ellos ser la abuelita del mi cuento!



“No les digo por donde saqué a la abuelita porque seguro que no reeditarán el cuento” Mi cara seguramente quedaría desorbitada y algo desencajada al terminar la última frase, porque desde luego que, aquel cuento, infantil no era. Debía haber intuido que el título no traía consigo buenos desenlaces: “El lado oscuro de la abuela de Caperucita” Ignoraba que hubiera cuentos de tal grado de perversión explícita con una ilustración tan infantil. En fin, cuando llegue la hora, arroparé a los niños, les diré buenas noches y si me dicen de contarles el cuento que les compré, le diré que el duendecillo verde de la casa me lo ha robado.


Laura Martínez

lunes, 3 de noviembre de 2008

Reminiscencia, Ruth.

Hablaré de las profundidades. De la eterna sensación que me ausenta de este mundo. De cómo voy y vuelvo, de cómo doy una vuelta sobre mí misma y gira el mundo.
Hablaré de las profundidades. De lo más hondo del mar, de los corales allá en sus arrecifes, de la oscuridad que hay más abajo y de lo que no sabemos que existe.
Hablaré de mí. Contaré cómo sé que en un instante desapareces y en otro instante te veo cerca y cómo, sin saberlo, eres un espejismo de mi mente que viene y va. Hablaré de ese letrado anciano que un día me advirtió que mi soledad me volvería loca. Mencionaré la mentira a la que nos aferramos, al miedo paralizante de un más allá. ¿No hay nada más allá y más allá no hay nada? Amor una vez y al día siguiente odio. Para la próxima semana, pólvora y segundos después, sangre. ¿Dentro de años? Indiferencia.
Hablaré del interior de las ciudades, de lo más alto de la montaña, de aquello inalcanzable. De la firma de algún ídolo colgada en la tabla de corchos de mi habitación, de aquellos pasajes de vuelo a Nueva York, de las fotos que reflejan mis momentos felices. Lo cantaré en un club de blues, y vestiré de guantes con una flor en el pelo. Hablaré de la reminiscencia, de cómo recuerdo tu vaga imagen en mi mente y tu sonrisa moribunda de tu persona misteriosa. De cómo una vez supe de ti y otra desapareciste sin decir adiós. Recapacitaré también de mis dieciséis años- casi diecisiete. De cómo ha fluido mi vida, sus razones y sinrazones, de sus día-a-día, de su rutina, de su historia. De cómo me siento ahora. De cómo creo que me sentiré mañana. Buscaré a su vez una señal de rescate, de alguien que necesite de mi ayuda y grite desesperada que sin mí no lo hubiera conseguido. Desde aquí, hoy, hablaré de lo que me gustaría hablar y de lo que no puedo. De mis secretos que pasaran a dejar de ser tales y de cómo necesito, hoy más que nunca, escuchar tu pausada voz, de sentir lo que un día pude sentir, de saber que no te pierdo cada día que pasa. Rezaré a lo pagano y festejaremos lo desconocido. Saltaremos la hoguera en honor a algo que no existe e inventaremos lo inimaginable.
Laura Martínez.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El juego de Las Tinieblas

Foto de la noche de Halloween con los amigos :-)

“28, 29,30… ¡Voy!” Acabo de contar para poder pillar en el juego. Son las normas. Se supone que la gente ya está escondida. Las luces se encuentran apagadas. ‘Tinieblas’ se le llama a este juego, como el escondite, pero sin luz alguna. Llevo ya cinco minutos intentando encontrar a alguien escondido debajo de la cama, o detrás de las cortinas en medio de la oscuridad de la casa, pero nada. Eso sí, oigo las risillas de mis amigos, pero no logro descubrir de dónde provienen. Como acabamos de ver una película de miedo, súbitamente comienzo a recordar toda la trama. Esas miradas de niñas fantasmas pálidas, ensangrentadas, malévolas… Me estremezco, y sin poder evitarlo intento palpar algún interruptor en medio del pasillo, pero no encuentro ninguno. Tampoco quiero moverme demasiado, tengo miedo. Aterrorizada no estoy porque sé que esto es un juego y que, aunque no vea nada, mis amigos están escondidos por algún rincón de la casa. Sigo desplazándome lentamente con cuidado y con los brazos extendidos para no tropezar con nada. No puedo mantener los ojos abiertos porque tengo la sensación de que algo me observa y yo a él no lo puedo contemplar… Un ánima o algún psicópata que ha escapado del loquero días atrás.
De la oscuridad resurge aquello llamado el miedo; y del miedo, la incoherencia. Por ello, no paro de imaginar todo lo que podría sucederme en una noche como esta.
Oigo risas nerviosas de alguien, estoy a punto de pillar a Eze, porque reconocería sus carcajadas a distancia; pero me da miedo tocarle, por si acaso no es quien creo que es. Sin poderlo evitar y con el corazón acelerado, palpitándome descontroladamente, busco desesperada el interruptor de la luz. Lo tengo. ‘Clic’ las luces no se encienden. ‘Clac’ no, no va. ‘Clic-clac’ por favor esto no me está sucediendo a mí. ’ ‘Clic-Clac’ ‘Clic-clac’ ‘Clic-clac’ Estoy desesperada. A punto de darme un ataque de nervios. “Chicos esto no me gusta. ¿Quién está a mi lado? Por favor no me toques…” Sentía la presencia de alguien al lado mía porque oía su agitada respiración. “Esto no es gracioso, ¿quién ha apagado el contacto de las luces? ¡Oye, estoy hablando!” Estas cosas me pasan por hacerme la valiente. De repente, oigo un grito ahogado de lejos. Será del comedor. Corriendo, abro una de las persianas para ver si por lo menos la luz de la luna menguante ilumina un poco la penumbra de los pasillos. Veo sombras. No sé si mi imaginación me hace jugar malas pasadas o si éstas son reales. Pero sé que el grito no ha sido de broma, ha sonado espeluznante. “¿Laura?” alguien grita mi nombre, creo que es la voz de Cristina. “¡Laura!” Voy en su búsqueda, pero no puedo, el terror me paraliza. “¿Qué está pasando?” me sigue preguntando a voces para poder oírnos ya que estamos en diferentes habitaciones. “No lo sé…” El eco retumba por los pasillos. Se oyen pisadas. Hay algo más correteando por aquí a parte de mis amigos. Lo sé, lo noto. Bah, por Dios, no seas estúpida. ¿No ves que de eso se trata el juego, de esconderse y pillar a oscuras? Pero de nuevo me pregunto porqué no se podrá encender las luces. Me armo de valor, aquel que en un principio parecía que tenía, y comienzo a andar rápido hasta la cocina. “¿Andrea, Paula, Dani, alguien?” Pero no me contestan desde ahí. Me llaman desde otra habitación pidiéndome que encienda las luces., pero no puedo. Algo va mal.. Se escuchan pasos lentos por toda la casa y, además, se oye cómo alguien abre la puerta chirriante del cuarto de matrimonio. “¿Laura?” vuelve a preguntar uno de mis amigos. “¿Eres tú? Por favor, enciende las luces y dejemos de jugar, que me estoy acojonando” Pero desgraciadamente no soy yo. Intento contestarle, pero temo que esa cosa que acaba de entrar a aquel cuarto venga hasta mí. Minutos después- quizás segundos eternos- se vuelve a oír gritar a alguno de mis amigos. Esta vez no es seco y agudo, sino exasperante. Puedo sentir el dolor que emana aquella voz desesperada. Se oye el intento de escape de otro, pero, en vano, sufre la misma suerte que el primero. Rompo en llanto vivo entre el azaroso ambiente que estoy viviendo. Todavía creo que es irreal, pero no, no lo es. Las cosas suceden, y esta noche turbada es simplemente porque es la noche de Halloween, la llegada de los espectros, el alzamiento de los asesinos, el descubrimiento de los reflejos allí incrustados en el espejo del tocador y la instauración de la temerosa oscuridad. Sé que el juego ya ha terminado, ahora comienza Las Tinieblas de verdad. Intentaré encender de nuevo las luces pero…“¡¿Quién me ha tocado?!” Mi hilillo de voz no es apenas audible. Algo me acaricia el pelo, además, noto su aliento en mi cara. No me atrevo ni siquiera a extender los brazos para ver si de verdad hay algo. Pero es evidente… En unas milésimas de segundo, veo la muerte acechándome, y, en unas milésimas más la noto clavándose en mi vientre…

Laura Martínez