jueves, 27 de noviembre de 2008

¿El misterio del bosque?



(...)La primera hora pasó lenta y algo pesada. Claire hacía esfuerzo para no quedarse dormida, pero, sin querer, no podía mantener sus ojos abiertos ante la explicación que la profesora daba de la Guerra de Secesión Estadounidense. Abraham Lincon por allí, Abraham Lincon por allá, y de vez en cuando, escuchaba el nombre de un tal Jefferson Davis.
- Señorita Taylor.
Claire mantenía los ojos cerrados sin prestar atención a nada, hasta que su compañero de al lado le dio un codazo.
-Señorita Taylor.- dijo la maestra con un tono atacante pero sin llegar a alzar la voz, percatándose de la pequeña siesta escolar de la chica.- Por favor, atienda en clase, o me veré obligada a invitarle a salir del aula. Si quiere dormir, le sugiero que se quede en su casa, esto no es una guardería.
Los alumnos rieron, y Claire sintió una vergüenza indefinible. Afortunadamente, la campana sonó escasos minutos después.
Cuando acabó la última hora en el instituto, se dio cuenta de que el primer día ya le habían mandado muchos ejercicios de matemáticas e informática para casa y unas cuantas redacciones de historia acerca de los sureños en 1861.
- ¿Qué tal te fue, cielo?- le preguntó Lisa cuando llegó.- ¿Algo interesante el primer día de cole?
La muchacha dejó su mochila roja en la entrada y se quitó las Vans.
-No, fue uno normal y corriente. Lo de siempre, ya sabes. Lo de siempre…
Esto último fue acompañado de un suspiro.

La cena acabó pronto y solitaria, como de costumbre. Las hermanas de Claire todavía no habían llegado de jugar el partido de béisbol; seguramente se habría alargado porque, por lo que tenía entendido, se presentó al ‘Torneo de Bienvenida’ un equipo de última hora.
Aquel salmón que Lisa había preparado estaba delicioso. De hecho, era lo único que le gustaba de ella: su mano en el horno. La muchacha miraba desde la mesa de la cocina el reloj colgado en la pared y quedó paralizada en el segundero mientras escuchaba el constante tic-tac. Sentía que el tiempo marchaba muy lento. Cada cuatro bocados que le daba a aquel rico trozo de pescado miraba de nuevo el reloj. Los minutos parecían horas, y las horas, días. Así, el tiempo pasaba con poco disimulo haciendo que Claire se desesperara. Cuando hubo acabado su plato y rebañado el pan en la salsa con la que venía el salmón, miró a su alrededor. Su padre nunca cenaba con ella, ni siquiera las semanas que se quedaba en casa cuando no tenía que desplazarse para trabajar. Lisa, sin embargo, se mostraba algo más amable preparando deliciosos platos para degustar. A pesar de eso, sabía que la mujer con la que su padre había decidido casarse tras la muerte de su madre, no sentía suficiente cariño por ella. Aquellos últimos años había notado la presencia de un vacío inminente. Le atacaba mirándola fijamente a los ojos, y la muchacha intentaba apartarlos de aquella amenaza, pero pocas veces lo conseguía.
Recogió su plato de la mesa y le pasó un poco la bayeta por encima para apartar esas migas de pan. Por último, le pegó un trago al vaso que rebosaba de agua, y se encaminó con él hacia su cuarto.
Cuando salió de la cocina vio a Lisa haciendo yoga en la moqueta del suelo. Llevaba una camiseta de lycra blanca y unos pantalones a juego cortos. Ésta abrió un ojo para contemplarle.
-Si vas a escuchar de esa música tuya,- dijo mientras le seguía mirando de reojo- por favor, cierra la puerta de tu cuarto. Necesito tranquilidad.
Claire asintió con la cabeza mientras subía uno de los escalones para llegar arriba a su habitación, y en un despiste, se tropezó, cayéndose de bruces. El vaso que sostenía en la mano se rompió.
-¡Pero que torpe eres!- vociferó Lisa. Luego más calmada y algo arrepentida añadió:
-Tráete un trapo y sécalo todo, anda.-luego se levantó para ayudarle a recoger los trozos de cristal.- ¿Cariño, te ha pasado algo en el instituto?
Siempre que tenía un día malo le preguntaba lo mismo, y lo detestaba. ¿Es que acaso no te das cuenta que el problema surge de aquí y no del instituto? Se preguntaba Claire, pero sin atreverse a decirlo en voz alta, negaba con la cabeza.
-No. Es sólo que me he levantado torpe.
Tras recoger y limpiar el agua del suelo, Lisa le preguntó si quería hacer algo de yoga con ella, pero la muchacha negó con la cabeza y le dio de todas maneras las gracias.
Claire cerró la puerta de su habitación tras sí. El cuarto no era muy grande como quizás el de Brenda y Gisele, sus hermanas pequeñas, pero ellas tenían que compartirlo y Claire poseía una para ella sola. Se desplomó en la cama boca arriba y dejó que, por unos instantes, la nada le invadiera su mente, aunque le duró poco. Cerró los ojos, algo exhausta y, todavía con el sabor del salmón en la boca, comenzó a recordar años atrás, cuando todavía se sentía en una familia de verdad. (...)

Laura Martínez.

Esto es un cacho, trozo o 'cosa' xD de mi 'proyecto' que comencé a idear el año pasado. El título lo pongo entre signos de interrogación, porque en realidad no sé cómo se va a llamar. Gracias por leer

2 comentarios:

javicg dijo...

Mmmh, así que no es el principio. Por momentos me parecía que estaba leyendo una novela en toda regla.

Un saludo!

Laura dijo...

lo cierto es que eso era mi 'experimento' pero como siempre, terminó en el olvido...

Gracias por leer, Javi