sábado, 22 de agosto de 2009

Revuelta y exhausta


Revuelta y exhausta, como el cous-cous recién comido y también recién devuelto y girando sobre sí mismo entre los remolinos de agua que se aprecian en el retrete al apretar el botón.


Revuelto y exhausto, dicho sea en el caso del estómago mojado y húmedo donde se encuentra la cordura digerida; pidiendo a tientas aquellos vicios que nos matan, hambriento de placeres que me llevarán a la ruina.


El autobús pasa de largo, a veces lo hace. Y mientras, tu gabardina empapada y tus ojos que no ven, tiritan en silencio. La lluvia es fuerte a pesar del estío y no perdona a nada ni a nadie.

¿Puedes ver el sol asomarse por las colinas? Mañana quizás vuelva a ponerme las sandalias, pero es tan imprevisible, tan cambiante y tan poco sólido este tiempo que corre, que mañana quizás pase de nuevo el bus corriendo y huyendo de mí y quede yo con mis sandalias mojadas: revuelta entre la lluvia que cae del cielo y exhausta, intentando que los dos cajones que tengo por hombros no se caigan al suelo y que se mantengan erguidos entre el sinfín de los minutos que pasan en la espera de un nuevo transporte.


Dicen que no importa el lugar, que no importa el destino. ¿Importa acaso que ahora mismo esté aquí, en este preciso momento, preguntándome cuán largo es el camino, cuánto frío me queda y cuánta lluvia me mojará?


Revuelta y exhausta, como el perro que acaba de correr detrás de su cola intentando- sin éxito- alcanzarla.

Como la flor que te sonríe dispuesta a ser arrancada de su lecho de amor para decorar alguna exuberante pieza de vidrio sobre la vitrina.

Como el día que pasa con sus horas, esperando la huida de la lluvia ante la revancha del sol.

Sólo entonces, y no antes, el cous-cous volverá a mi estómago y mi cordura a la cabeza, que es donde tiene que estar.

1 comentario:

Belén dijo...

Siempre hay cosas que nos remueven mas o menos y nos dejan con la sensación de ir perdiendo buses uno tras otro...

Pero no...

Besicos