Salen de casa.
Ella camina pisando los charcos y se moja los pies.
Les invitan a unas copas.
Bailan canciones horteras.
Ella sonríe, efusiva, para que le digan lo guapa que es cuando lo hace.
Mueve el pelo de un lado a otro mientras observa su alrededor.
Nadie.
Nada.
Insustanciales.
Ella.
Su copa vacía.
Aquí tampoco.
Siguen bailando.
Vuelven a casa.
Ella camina pisando los charcos y se moja los pies.
Se tumban en el colchón juntos y se ríen.
De la gente que no existe.
De la que sí que existe.
De ellos mismos.
De la última noche del año que pasan juntos.