martes, 28 de febrero de 2012

No todo se va con lejía.




No llueven piedras por la mañana. No llueven piedras. Hecatombe nuclear cuando tu cuerpo estalla. Hueles a babas secas y a jaqueca merecida. Trombosis, cataclismo, cuando  tu carne estalla.

Sonrisa sazonada, agria como tu fondo. Vacío. [  ] Habitado.
Ecografía sin fin alguno.
Nunca serás nada. Muerte súbita. Disolución instantánea.

No tienes pasado.

Degusta las hormonas industriales concentradas en envoltorios de plástico.Saben a poco, empachan

demasiado.

Entra sola, como anoche, entra sola. La salida también es sin compañía.
No hace frío. Tirito. Estalla carne en mil pedazos.

Entra sola, como anoche, entra sola. Ya está acostumbrada a no compartirse con nadie más.

Agüilla en la nariz, aliento a café. En la boca.
Come algo, por Dios, no prives a tu vientre; dale forma, haz que crezca. Mata tus ganas con dosis de recelo.  Haz que crezca, tu vientre, dale forma.Y luego estrangula el futuro,

sólo por si acaso.

Un rastro, de babas,
bobas
 secas,
ha dejado su lengua.
.
Frota, frota. No todo se va con lejía. Mátalo, ¡mátalo!
                             
                          No hay esperanza alguna cuando desengarzas el verde de tu garganta.
  Come algo, por Dios, come algo. No vomites. Alimenta tu vagina de frenazos postcoitales.

Estalla carne, de verdad,  no te miento. Estalla carne en mil pedazos.

domingo, 26 de febrero de 2012

Intentos de. #4

DE ESPIRITUALIDAD Y HIPPISMO

Aruarian Dance by Nujabes on Grooveshark
** Canción con historia. Debería contarla en otro de "Intentos de."
Cuando cumplí los 14 decidí que en algún momento debía cambiar de actitud. Consideré que la mejor época para hacerlo sería durante el verano.
Así fue.

Volví de Alemania con faldas verdes, blancas y rojas hasta los pies, pulseras en los tobillos, trenzas en el pelo, camisetas con mangas acampanadas y estampados de flores.
 Me sentía bien conmigo misma. Había dejado atrás el victimismo y me había calzado con buen humor, paz y armonía. Take it easy, decía, con ese acento inglés exagerado. Take it easy, como lema siempre que algo me sacaba de quicio. Respiraba profundamente, contaba hasta tres y sonreía. A veces incluso me ponía a “meditar”: me sentaba en la cama, cruzaba las piernas, apoyaba los codos sobre las rodillas y extendía las palmas de las manos hacía arriba, siempre poniendo índice y pulgar en forma de O.
Mi habitación entera olía a incienso, creía colocarme con él.


Hablaba abiertamente de sexo. Es natural, decía, son cosas normales; pero yo todavía era virgen y no tenía ni idea de otros asuntos que no fueran aquellos que los de explorarse a una misma. Porque eres tú la que tiene que conocer tu cuerpo antes que nadie. Y la gente al principio me miraba extrañada. Luego se acostumbraron a oírme hablar sobre masturbación como si fuera una sexóloga experta.

Otras cosas que hacía:

Le contaba a la gente que, antes de empezar la universidad, me embarcaría en algún viaje solidario a la India o a Brasil.
Bailaba bajo la lluvia cantando y dando vueltas sobre mi propio eje mientras agarraba la falda por los volantes.
Escuchaba Manu Chao y Janis Joplin.
Me aficioné a comer hamburguesas vegetales, hechas de soja texturizada.
Pedí un shisha para mi cumpleaños y fumaba tabaco con sabor a menta como una cosaca.
Me enamoré del sueco de mi clase que quería ser fotógrafo y al que le gustaba el nujazz japonés**. (Yo también le gustaba.) 
Comencé una novela sobre dragones, profecías y personajes ambiguos, con el mejor título del mundo: “El dragón de los océanos congelados”


14 años, ilusa y feliz.
Enamorada de la vida. Y del sueco, claro.
Cuando cumplí los 15 decidí que en algún momento debía cambiar de actitud.

**Por aquel entonces, el sueco estaba muy 
metido en  la cultura japonesa.  Nujabes era 
su  referente musical.

lunes, 20 de febrero de 2012

Intentos de. #3

Pásame la goma, reina, me dice y yo me asusto; está en la guantera, amor. Es meloso. Cuando habla parece cantar. Pásame también el peine verde, reina. Qué pelo tan tieso. Qué pelo tan tieso se le queda. Goma. Gomina. Efecto mojado, hacia atrás. Se lo ha peinado con tanto esmero, que al pasarse una y otra vez el peine verde se le han formado pequeños bancales. Se mira al espejo retrovisor, se gusta. Se encanta.

Con el mismo esmero se perfuma. Se echa litros y litros de colonia cara, y lo dice, le encanta presumir. He pagado 200 euros por este frasco, cariño, dice, 200 euros, recalca y se echa más, por el cuello, el pecho, el pene. ¿El pene? Sí, me ha parecido ver cómo se ha entreabierto los calzones para perfumarse la polla. Cree que esta noche me va a follar, pero a mí él no me gusta.

Fuma. Me ofrece una calada. Hay humo por todo el coche. No es tabaco, se huele. No es tabaco. Esto me gusta mucho, reina, me relaja. A veces también me meto alguna rayita, pero no siempre, ¿eh? muy de vez en cuando. Tú eso nunca lo hagas, reina. Reina. Me imagino a la reina con la nariz empolvada y blanquecina, dándolo todo por un subidón.

Con una sonrisa, apaga el cigarrillo y anuncia que está listo. Vayamos a bailar, amor, pongamos en práctica todo lo que te he enseñado. Me fijo bien en su cara. Se perfila las cejas y se echa antiojeras.. Nunca para de sonreír. Tiene los dientes blancos y bien rectos, qué horror, pienso, el brillantito en el premolar supera la  horterada de sus zapatos de punta con hebilla plateada. 

Bajamos del coche. Cruzamos aceras. Llegamos al sitio. Viene conmigo, es mi novia. Y no pago entrada, ni perchero. Viene conmigo, es mi novia. Le encanta decirlo, y me coge de la mano. Me pasea por todo el local diciendo esa falacia. Es para que me dejen tranquilo, hoy no quiero hablar con nadie. Pero es inevitable, las víboras se le acercan con las faldas subidas y las piernas abiertas. Llevan el rimel corrido. Viene conmigo, es mi novia. Mejor, así se une a nosotras, dinos, ¿te atreverías? 

  

La cabeza me da vueltas, aunque estoy bailando muy bien. La bebida me quema la garganta. Le han puesto algo, seguro, le han puesto algo. Amor, reina, - qué asquerosamente meloso es- escucha la música, relaja los brazos, relaja las piernas y siéntelo más. No sé exactamente a qué se refiere. No logro sentir bien el ritmo de la canción, lo único que noto es su entrepierna bien pegada a mí. El pelo no es lo único tieso que tiene. 

Quiero parar y no quiero parar. Pienso en cómo me ha quemado la bebida. Pienso en los giros que doy y en la sensualidad con la que nos movemos, con la que me hace moverme. Pienso en las víboras, en cómo mueven la cola, en cómo hacen sonar su cascabel. Quieren morder y se  vuelven a acercar a nosotros con sus lenguas bífidas, serpenteando. Huelen a babas y a sexo. Creo que el rimel se les ha corrido con las lágrimas que lloran cuando se la meten hasta el fondo de la garganta. 

Me voy a casa, le digo. No te vayas, reina, quédate un rato más. Pero su colonia cara es demasiado fuerte y su cinturón de Dolce y Gabana demasiado brillante. Me voy a casa. Qué fácil ha sido.Yo que esperaba una historia desalentadora y no un final sensato.