La calma
reside siempre
en saber aparentar.
Todos hablan
y tú compartes
cerveza.
Charlas
sobre aquello
y lo otro.
Das una opinión
cualquiera
y vuelves
a compartir.
Cuando llegas
a casa,
lo tienes
tan interiorizado,
que te olvidas
de todo.
Y la calma
prevalece.
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