lunes, 16 de abril de 2018

Desastre


Me persigue el casi imperceptible ruido del miedo. Está ahí, aunque no esté, como siempre, taladrando cabezas, despejando sueños, improvisando desavenencias. Cuando no soy, meto la pata. Cuando soy, también. A veces, instintivamente, como algo cotidiano y automatizado por el cuerpo, suelto todo el desastre, sacudiendo los brazos y carraspeando la garganta. Si pudiera, me contendría, aunque implosionase. Solo para corroborar mi teoría de que no hay manera alguna de poder hacerlo bien.